Documento escrito de puño y letra del General Juan Vicente Gómez.
Son muchas las mentiras creadas por los detractores
del General Juan Vicente Gómez, atribuyéndole defectos: que si era analfabeta, palurdo
e ignorante, etc., etc., etc. Absolutamente falso. Prueba de ello es la
confesión que le hizo el doctor Domingo Antonio Coronil al Sr. Ángel G. Pinedo, publicada en el diario "El Universal", reconociendo que el Benemérito estuvo dotado de cualidades especiales innatas.
Tenía que ser así, pues de otro modo no nos hubiera podido gobernar durante 27
años como lo hizo con bastante éxito, acompañado por los más ilustres servidores
con que contaba la Venezuela en su tiempo.
La siguiente anécdota
corrobora los hechos:
DEL ANECDOTARIO DEL GENERAL GỐMEZ
POR: ÁNGEL G. PINEDO
Recuerdo que, cierta vez, el
doctor Domingo Antonio Coronil, abogado, quien manejara durante algún tiempo
los asuntos legales particulares del General Gómez, me dijo en su casa: “Mire, Pinedo, dicen que el General Gómez no
sabe escribir: pues aquí tengo yo cientos de cartas de su puño y letra. Es
verdad que a él no le gusta escribir con pluma y por eso escribe con lápiz y
con letra muy cursiva, como usted puede ver”. Al mismo tiempo, Coronil sacó
una carpeta de su archivo y me mostró algunas cartas, agregando: “Examine su letra y vea que hay cartas de
seis páginas, en las que me da instrucciones detalladas de cómo debo arreglar
tal o cual asunto y cómo debería hacerle las escrituras, etc., etc. Para los asuntos
privados no hace uso de secretario y él mismo escribe las instrucciones
necesarias a fin de que se hará cuánto él ordena y como él quiere. El hombre
era malicioso y astuto”.
(Publicado en el Diario “El Universal”,
el 3 de junio de 1966).
Disfrute el video con el testimonio del historiador Guillermo Morón sobre el falso "analfabetismo" atribuido al Gral. Gómez.
Allá por el año 1930 vivía
en la Parroquia de Altagracia entre las esquinas de Truco a Cardones, un
matrimonio compuesto por Genaro y María y sus pequeños hijos Mercedes y Carlos
de 8 y 5 años, respectivamente. Corría el mes de diciembre y se acercaban los
días de Pascua. La crisis económica mundial del año 1929 había llevado a
Genaro a la ruina, ya que todos sus haberes se encontraban en la calle, en
cuentas casi todas incobrables. La mayoría se encontraba en mala situación.
Genaro pasaba trabajo para ganar el sustento diario de la familia. Recuerdo
también que tenía un viejo automóvil Willis Knight de cuatro cilindros, resto
de su desaparecido negocio, y cada mañana le hacía poner Bs. 2 de gasolina,
para salir a gestionar la consecución de la dieta familiar. Había días en que
regresaba desilusionado por no haber podido ganar ni un solo bolívar, pero
otras veces las entradas alcanzaban para cubrir el gasto de una semana o más y
así iban pasando los días, con la ayuda de su buena esposa María, quien
contribuía a mantener servida la mesa haciendo hallacas y jaleas de membrillo y
de guayaba. Genaro se ocupaba también de corredurías, apertura de libros de
contabilidad en casas de comercio, cortes de cuentas, liquidación de
inventarios y demás trabajos de contabilidad, en los que era experto.
Los esposos estaban
apesadumbrados, pues veían que para aquel 24 de diciembre su situación
económica no les permitiría adquirir los acostumbrados regalos para ponerlos en
el Nacimiento de la Nochebuena. Ya María le había explicado a sus hijos que no habría juguetes, pues el Niño Jesús
estaba muy pobre y que su papá tampoco tenía dinero. Había pues que esperar a ver
si los Reyes Magos traían algo la noche del 5 de enero. Con esta última
esperanza se habían resignado los niños.
El 24 de diciembre muy
temprano tocaron a la puerta de la casita. María acudió a abrir la puerta y
Genaro, que aún no se había levantado, oyó desde su cama una voz que decía en
la puerta: “De Maracay, señora”, a lo
cual exclamó María: “Ah, ¿eso lo manda tío Federico?”. Ella tenía un tío de ese
nombre que trabajaba en los Telares de Maracay y creía que el bulto grande que
traían a la puerta lo enviaba su tío. Luego se oyó un grito de asombro de
María, por lo cual Genaro se levantó apresuradamente y acudió a la puerta. Su
esposa decía con voz de asombro: “Mira,
Genaro, lo que han traído de Maracay! Y aquí hay una tarjeta del General Gómez
para Mercedes!”. Efectivamente, estaban allí dos soldados que habían traído
el bulto y la tarjeta que se despedían muy sonreídos diciendo: “Sí, del General Gómez, y que pasen todos
felices Pascuas”.
La tarjeta decía más o menos
lo siguiente: “General Juan Vicente Gómez, etc., etc., etc., saluda a su
amiguita Mercedes y le envía ese regalito para que pase unas felices Pascuas en
unión de sus queridos padres”. El bulto contenía un lujoso cochecito para niño,
de tamaño normal y una muñeca grande. Hechas las aclamaciones resultó: que la
niñita, al saber que no habría regalos le escribió una cartica al General Gómez
pidiéndole su ayuda, pues su papá estaba sin trabajo y sin dinero y aquel año
no les iba a poder dar regalos. La carta la mandó al correo, sin estampillas,
con la sirvienta. La audacia de la niñita dio resultado y ella lo celebró más
que nadie.
“Puedo certificar la
autenticidad del episodio, pues soy el padre de la niñita Mercedes”, me contó Genaro.
Ángel G. Pinedo
(Publicado en el Diario “El Universal”,
el 3 de junio de 1966).
Líderes
de la Generación marxista de 1928. Abajo, de izquierda a derecha, aparecen con
el puño levantado, en señal de su afiliación política, los jóvenes estudiantes: Rómulo
Betancourt, Jóvito Villalba y Miguel Otero Silva, protagonistas, entre otros,
de la fracasada revuelta comunista.
Cómo se juzga en el exterior la acción enérgica y benéfica del General Juan
Vicente Gómez.
Artículo publicado por “El Heraldo” de Valparaíso (Chile) en 1928, diario liberal
e independiente que dirige el señor Enrique Valdez Vergara, notable periodista
chileno. Lo suscribe un escritor de
honradez literaria, sano criterio y amplias miras y evidencia los horrores y
amenazas del comunismo, ese enemigo del género humano, porque es la disolución
sistematizada del orden social, político y económico, sobre el cual descansan
las naciones de hoy.
Entre nosotros pretendió
también germinar la mala simiente; pero la mano pronta del General Gómez, Jefe
Supremo de la Nación, y el buen sentido de nuestro pueblo, extirparon la planta
de raíz, al apuntar los primeros brotes, en que aparecieron como instrumentos
incautos un grupo de estudiantes azuzados por políticos aviesos, incapaces de
dar el frente y luchar a cara descubierta en presencia de un sistema de
gobierno fundado en el asentimiento de la totalidad de los venezolanos de buena
voluntad y en el prestigio incontrastable de un hombre que ha sabido hacerse
digno de la fe y de la confianza de su patria, engrandecida por su carácter y
por sus altas dotes de magistrado.
El General Gómez deploró
como nadie tener que castigar a esos jóvenes, cuando frustró con rápida eficacia
la iniciación de un movimiento de tal índole. Pero primero estaba la seguridad
pública: y los estudiantes, al desertar de las aulas universitarias para formar
en la fila sediciosa de un cuartelazo, se declaraban contra el orden
establecido y se hacían automáticamente, reos de su propio delito, a quienes la
justa corrección volverá en sí, para ser de nuevo, ciudadanos dignos de la
patria armoniosa, con espíritu de compacto nacionalismo.
EL NUEVO DIARIO, consecuente
con sus principios, da cabida en su primera plana a la publicación inserta en
el diario chileno y condena, una vez más, la doctrina y las prácticas de ese
sistema antinatural y retrógrado que pretende inútilmente cubrir de rojo el
mundo civilizado:
AMÉRICA Y EL COMUNISMO
Por: Rodolfo Aracena.
"El Heraldo" de Valparaíso (Chile), 9 de noviembre de 1928.
Es digno de ser tomado en
cuenta el elocuente hecho, de que el comunismo, con todo su cortejo
de actos vandálicos, de exacciones y de atentados contra la Patria, no ha
encontrado en ninguna de las repúblicas americanas clima favorable, terreno
propicio para su desarrollo y cultivo. Con excepción de unos cuantos casos
aislados, la semilla importada quedó muerta en el surco; y aún en esos casos
aislados, dicha semilla solo produjo un grano defectuoso e inservible para una
nueva siembra.
La acción de los gobiernos,
por un lado, y la sensatez de las masas populares por el otro, arrancaron de
raíz los escasos brotes comunistas, que habían nacido, y que desde el primer
momento fueron considerados yerbas perjudiciales, plantas venenosas, vástagos
malditos.
¿En dónde están aquellos
agitadores extranjeros que recorrían campos y talleres para explotar la
credulidad de las gentes sencillas? ¿En dónde están aquellos flamantes oradores
callejeros, que instalaban su tribuna en cualquier plaza pública para disertar
sobre el próximo advenimiento de una eterna era de igualdad entre todos y cada
uno de los componentes de la especie humana, ni más ni menos que como la
igualdad instintiva que practican las bestias de las selvas y los peces del mar
que se atacan y devoran los unos a los otros?
¿En dónde están aquellas banderitas rojas que
se movían a impulsos de blasfemos, gritos contra Dios y la Patria, contra el
orden, el capital y el honrado trabajo?
¿Y aquellos periodiquillos,
aquellos cartapeles en cuyas columnas no había más que lectura disociadora,
provocaciones, amenazas y denuestos mezclados con loas a los COMPAÑEROS, a los
CAMARADAS, a los HERMANOS del proletariado?
Esto es confesar que todo
eso y mucho más por el estilo, ha desaparecido sin dejar huellas; fue derribado
desde sus cimientos no solamente por la férrea mano de los hombres dirigentes,
sino que, también, por la casi unánime voluntad de los pueblos y en especial
del elemento obrero que rechazó de plano toda marca facturada en las cavernas
sovietistas.
Han caído para no levantarse
más en América, los apóstoles rojos, con sus banderas rojas, y con sus prédicas
rojas, y con su famosa canción internacional, igualmente roja.
El cable nos ha comunicado
que en Colombia han comenzado a surtir sus efectos las muy atinadas y oportunas
leyes de defensa social dictadas recientemente. Ya era tiempo. Barranquilla y Cali son dos
hermosas ciudades de aquel floreciente país, y en ellas habían abierto su
campamento muchas docenas de agitadores comunistas de la peor especie. Allá estaba el centro de
operaciones; desde allá se urdían planes, se fraguaban conspiraciones y se
organizaba la difusión de candentes impresos. Cali está muy cerca del mar
Pacífico y Barranquilla en el Oriente a un paso de Venezuela y las Antillas.
Los puntos más estratégicos
y de importancia máxima, sobre todo cuando se sabe que todos ellos constituyen
el último reducto. Las autoridades han mirado a
esos agitadores con cierta indiferencia, sin sospechar que tenían un alacranero
dentro de casa. Tal vez procedieron así en obsequio a la libertad del
pensamiento o para experimentar en propio pellejo. Sin embargo, con mil
precedentes a la vista es temerario negar que el pensamiento hablado y escrito,
sin cauce, todo lo invade, todo lo ahoga, todo lo destruye.
En las recientes intentonas
revolucionarias de Venezuela, entraron en función los elementos comunistas
establecidos en las dos ciudades colombianas. Contaminados algunos grupos
de estudiantes venezolanos, se salieron del riel y promovieron disturbios al
compás de ridículas protestas. En la colada figuraron también unos cuantos
politiqueros de la casta roja, unos cuantos señorones que cargan los sesos tras
las faldas de sus levitas.
Los estudiantes, cuando
marchan por su riel, aunque tengan veinticinco años, son muchachos muy
simpáticos y dignos de la mayor consideración y aprecio. Sus desfiles, sus asambleas,
sus ruidosas protestas y toda otra manifestación estudiantil que no se aparte
ni una sola línea de sus linderos, son excitantes de alegría para grandes y
pequeños.
Puede sentarse por principio
que los estudiantes merecen ser tratados como estudiantes mientras conservan su
calidad de estudiantes. Pero un estudiante, de pelo
en pecho que, a manera de apéndice, sabe agregarse a los tumultos, un
estudiante que forma en el coro de los gritones subversivos, un estudiante que
gusta del manejo y portación de armas y de petardos explosivos, es un
estudiante que ha desertado de sus filas; y aunque vaya con el libro bajo el
brazo, ya perdió el camino del hogar y de la escuela para ponerse al alcance
del sable y del caballazo.
Tal ocurrió en Venezuela.
No viene al caso hacer el recuento
de las magnas obras realizadas por el Presidente Gómez en la Patria de Bolívar,
que hoy ocupa prominente lugar entre las más cultas y prósperas de nuestro
continente. Pero sí diremos que el
Supremo Mandatario venezolano ha sido y es la barrera al comunismo y el azote
de los comunistas. De ahí el fuego graneado que se le ha dirigido desde las fortalezas de Barranquilla y
Cali.
Muchos estudiantes
venezolanos, azuzados por algunos políticos de capa caída, resolvieron aceptar
la propuesta de aquellos comunistas, y ya sabemos cuál fue el producto total
que arrojó la función: estudiantes venezolanos castigados; desbande general de
compañeros y de camaradas, leyes colombianas de defensa social y atronadores
aplausos en todo el Universo.
Y ahora que se baje el
telón.
Rodolfo Aracena.
"El Heraldo" de Valparaíso (Chile), 9 de noviembre de
1928.
(Publicado
en el periódico “El Nuevo Diario”, el 8 de enero de 1929).
A continuación publicamos una histórica carta dirigida
al Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, el 22
de abril de 1912. En dicha correspondencia, el remitente desde New York, relató
sus impresiones sobre el reciente hundimiento del “Titanic”, en la noche entre
14 y 15 de abril de 1912. El “Titanic” fue el mayor barco de pasajeros del
mundo. Durante su viaje inaugural desde Southampton a New York ocurrió la
tragedia colisionando contra un iceberg, hundiéndose posteriormente.
Oficinas Principales
New York – Madrid –
París – Londres
Nueva
York, 22 de abril de 1912
158 West 84
St.
Señor General
Juan Vicente Gómez
&&&
Caracas.
Estimado General y Amigo.
Lo felicito calurosamente por su Decreto
estableciendo cuatro Estaciones de Telégrafo sin hilos. Es increíble el paso de
adelanto que esto significa para Venezuela. Ese Decreto no ha podido ser más
oportuno, pues en estos días está asombrado el mundo la espantosa catástrofe
del “Titanic”.
Ese desastre es el mayor que ha ocurrido nunca en el
mar; y parece como si fuera un castigo a la soberbia humana, pues el “Titanic”
era un Palacio flotante dentro del cual cabía dos veces Miraflores. Sin
embargo, en su primer viaje, trayendo un pasaje de gente millonaria, se fue a
pique en cuatro horas o menos por haber tropezado con una mole de hielo
flotante.
De los 2.000 y tantos pasajeros se salvaron
alrededor de 700, debido al maravilloso invento de Marconi, con el cual dota
Ud. hoy a nuestra patria, pues gracias al telégrafo sin hilos pudo avisar el “Titanic”
su desgracia, y pudieron ir buques, si no en su auxilio, porque no hubo tiempo,
en auxilio de los pasajeros que habían logrado coger botes. A Marconi, que por
cierto está aquí en Nueva York ahora, le deben esos infelices la vida.
La noticia de las cuatro Estaciones ordenadas por Ud.
ha sido muy bien recibida, y de ello me voy a ocupar en el próximo número de “Las
Novedades”.
Sin otro particular tengo el gusto de repetirme.
Su afmo. amigo,
Carlos B. Figueredo
(“LOS HOMBRES DEL BENEMÉRITO”. TOMO I. FONDO EDITORIAL ACTA CIENTÍFICA
VENEZOLANA INSTITUTO DE ESTUDIOS HISPANOAMERICANOS. UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA.
Págs. 273-275).
Se
debe al entusiasmo del Ilustre Jefe de la Rehabilitación, Benemérito General
Juan Vicente Gómez y a su deseo de libertar al país de la dependencia y
sumisión al extranjero.
Aspecto de los trabajos que viene ejecutando en la ciudad de Maracay
el señor General Juan Vicente Gómez, para la construcción de un edificio
destinado a telares e hilanderías. Por su gran capacidad este establecimiento
será uno de los más grandes y completos de la América del Sur. (Revista
“Billiken”. Año 1925).
Uno
de los establecimientos más importantes de Venezuela, en lo que a las
industrias se refiere, es, sin duda alguna, la Fábrica de Tejidos, que como
tantas otras industrias de importancia, se debe al entusiasmo del Ilustre Jefe
de la Rehabilitación, Benemérito General Juan Vicente Gómez y a su deseo de
libertar al país de la dependencia y sumisión al extranjero en muchos ramos
cuya perfecta fabricación es factible en Venezuela.
Con
el orden y método en él característicos, el General Gómez empezó por los
cimientos, estimulando el cultivo del algodón y asegurando a los agricultores
la fácil venta de sus cosechas.
Más
tarde, un especialista en la fabricación de toda clase de tejidos vino a
Venezuela, con un grupo de expertos operarios, para montar las maquinarias,
ponerlas en marcha y enseñar la especialidad a los obreros venezolanos, que hoy
ocupan la mayoría de los cargos de esta importante Empresa, demostrando su
capacidad la riqueza de las telas que se elaboran en los Telares de Maracay.
La
capacidad productora de esta Fábrica de Tejidos es de 6.000 a 8.000 kilos
semanales, contando con 10.000 husos y 300 telares, fabricándose toda clase de
artículos de algodón, como driles, otomanes, percales, toallas, paños de mano,
cobijas, sábanas, mantelerías, telas de piqué, crehuelas, etc; etc.
También
funciona en la fábrica un importante taller de ropa interior para caballeros,
en el que se utilizan telas muy superiores a las que hasta ahora se importaban
al país del extranjero.
Y es
claro que, siendo esta fábrica modelo en su género, cuenta con un tren completo
de máquinas desmotadoras de algodón, departamentos de blanqueos, tintes,
aprestos, etc; aparte de los talleres de mecánica, carpintería, fundición y
cuanto es necesario para la buena marcha industrial del establecimiento.
El
número de operarios es en la actualidad de 700 entre hombres y mujeres. Un
hermoso pozo, que rinde ocho millones de litros de agua diarios, surte a la
fábrica del indispensable líquido, tan necesario para esta clase de trabajos.
Al
frente de esta importante factoría, orgullo de la industria de Venezuela, se
encuentra en la actualidad el conocido hombre de negocios D. Roberto Ramírez.
Telares de Maracay: Edificio y sus enormes salas de
máquinas. (Revista “Billiken”. Año 1925).
Hermoso edificio de los Telares de Maracay,
la gran obra del General Juan Vicente Gómez. (F. Benet. "Guía General de Venezuela". Año 1933).
Visita
a los Telares de Maracay
(Por:
Rafael Seijas Cook).
Me
cupo el honor que me los mostrara el
eminente doctor Tomás Bueno quien desde la colocación de su primera piedra ha
sido el consultor solícito en todos los problemas de construcción; y en verdad,
a obra de tal magnitud bien cuadran los kilates del colega que nos lo enseña.
Colosal, en el concepto más estricto de la palabra, en el Progreso de la
Arquitectura Nacional marca una cumbre que, empinándose, puede alcanzar la
máxima trinidad de nuestros edificios vernáculos: el Palacio de Miraflores, el
Palacio Federal y la Basílica de Santa Teresa. Grandioso y grande, bajo un
régimen simple de líneas sin rebuscamientos decorativos, ocupa un área toda
edificada, capaz de dos “manzanas” caraqueñas. El salón máximo de más de 160
metros de latitud, y los dos casi de las mismas proporciones que sobre él
gravitan, no son capaces a la inmensa maquinaria que deben amparar; y ocho
construcciones más, separadas, limítrofes a ellos, instalarán industrias
afiliadas a la matriz.
Para
su emplazamiento a prueba de fuego y de temblores, se optó por la construcción
de Cemento-Armado, irguiéndose como primera base una torre de acero de 90 pies
de altura, escala y músculo que lleva el material, preparado a ras del suelo
por mezcladoras mecánicas, hasta los puntos más inaccesibles de la
construcción, con una limpia rapidez asombrosa, cabe la colaboración de limitado
personal obrero.
Emplazados
los Telares de Maracay en un centro de dual estrategia, tanto para la
adquisición fácil y siembra de la materia prima, como para el despacho de sus
manufacturas a los lugares de consumo en el interior de la República, y hasta
para una exportación probable a otros mercados, incrementarían, en grande
escala y sin duda alguna, la población de la floreciente ciudad que les da su
nombre. Todavía no estando en actividad, los barrios completos de pintorescas
casitas que se edifican en sitios cercanos a ellos, son una muestra fehaciente
del halagüeño futuro que les espera; barrios que una vez en marcha la Empresa,
crecerán al paso que las nuevas industrias sucedáneas de ésta comiencen a
fructificar, como serán las de la fabricación de aceite de los campos
algodoneros. El mismo Presidente General Gómez con frecuencia visita los
trabajos, dando a los directores, eficaces indicaciones acertadas y
justas.
Revista
“Billiken”. Año 1925.
Telares de Maracay: Sala de hilanderías. (F. Benet. "Guía General de Venezuela". Año 1933).
Telares de Maracay: Sala de preparación de tejidos. (F. Benet. "Guía General de Venezuela". Año 1933).
Telares de Maracay:
Vista parcial de la Sala de aprestos y acabados.(F. Benet. "Guía General de Venezuela". Año 1933).
Telares de Maracay: Uno de los salones de máquinas. (F. Benet. "Guía General de Venezuela". Año 1933).
Telares de Maracay: Taller mecánico. (F. Benet. "Guía General de Venezuela". Año 1933).
Telares de Maracay: Horno de fundición anexo al taller
mecánico. (F. Benet. "Guía General de Venezuela". Año 1933).
Telares de Maracay: Aspecto interior de la
fábrica de tejidos. (F. Benet. "Guía General de Venezuela". Año 1933).
Telares
de Maracay: Una de las secciones de los depósitos de la fábrica de tejidos. (F. Benet. "Guía General de Venezuela". Año 1933).
Telares de Maracay: Edificio de la Fábrica de Aceites. (F. Benet. "Guía General de Venezuela". Año 1933).
FÁBRICA
Y REFINERÍA DE ACEITES
La
semilla de algodón que resulta después de haber sido aprovechada la fibra en
los tejidos, ha dado lugar a una industria nueva en Maracay, cuyo
establecimiento comercial lleva el nombre de “Fábrica y Refinería de Aceites de
los Telares de Maracay”.
Para
dar idea de la importancia de esta industria en los Estados Unidos de Norteamérica,
basta con consignar aquí el dato de que la cosecha de aceite de algodón fue en
dicho país de 1.200.000 toneladas en el año 1925.
La
fábrica de Maracay está equipada con las máquinas más modernas que se conocen
hasta la fecha, y su capacidad productiva de aceites comestibles es de unos
1.500 kilos diarios.
La
refinería está montada a la altura de las mejores del mundo, y sus filtros
refinan diariamente 10.000 kilos de aceites diversos, pues además de los
aceites comestibles, se elaboran otras clases de aceites vírgenes, que se
aprovechan en diversas industrias y en las fábricas de jabón.
Aparte
de los procedimientos generalmente conocidos, la fábrica de Maracay tiene
procedimientos especiales, sobre todo en lo que se refiere a los aceites comestibles,
y que constituyen el secreto de la firma, consiguiendo con ello productos de
una calidad que permite competir ventajosamente con sus similares del
extranjero. El Director de la Fábrica de Aceites es el Sr. Rogelio Anglada
Calvet.
El Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la
República de Venezuela, ordenó la construcción del hermoso Arco de Triunfo
ubicado en el glorioso Campo de Carabobo en 1921 y, posteriormente, el
magnífico e imponente Monumento en 1930, conocido como el “Altar de la Patria”.
El General Juan Vicente
Gómez, presente en el Campo de Carabobo, el 24 de junio de 1921, inaugurando el
imponente Arco como homenaje a los héroes de la independencia de Venezuela en
el Centenario de la Batalla de Carabobo.
EL ARCO DE CARABOBO INAUGURADO EN 1921
Para las festividades del
Centenario de la Batalla de Carabobo en el año 1921, el General Juan Vicente
Gómez decretó el día 23 de marzo la construcción de un "Arco de
Triunfo", cuyo proyecto fue realizado por el arquitecto Alejandro Chataing
y el ingeniero Ricardo Razetti, compartiendo este último la dirección de los trabajos
con el ingeniero Manuel Vicente Hernández durante los tres meses que duró la
construcción. El Arco de Triunfo fue inaugurado el 24 de junio de 1921.
El Arco
de Carabobo durante su histórica construcción ordenada por el Benemérito
General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, en 1921.
DECRETO DE SU HISTÓRICA CONSTRUCCIÓN:
En el presente año habrá de celebrarse el centenario
de la gloriosa Batalla de Carabobo, espléndida victoria de nuestro Libertador
Simón Bolívar, que aseguró la existencia de la República, por tal motivo, el
Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República y Comandante
en Jefe del Ejército Nacional, animado siempre del más puro patriotismo y del
noble propósito de exaltar la gloria de los héroes de nuestra Independencia, ha
excitado al Ejecutivo Federal a que ordene la erección de un Arco de Triunfo en
el propio sitio donde se libró aquella jornada memorable.
DECRETA:
Artículo
1°. Eríjase un Monumento en el Campo de Carabobo, que
perpetúe el recuerdo imperecedero del magno hecho de armas allí realizado el 24
de junio de 1821, y que sea digno de los vencedores en aquel campo inmortal.
Artículo
2°. Se adoptarán para dicho Monumento las inscripciones
indicadas por el Congreso de Cúcuta, en su Decreto de 23 de julio de 1821 sobre
honores a los triunfadores de la batalla de Carabobo, a saber:
Primera
Inscripción.Día 24 de junio
de 1821. Simón Bolívar, vencedor, aseguró la existencia de la República de
Colombia; haciéndose mención después, de las personas que formaron el
Estado Mayor General del Ejército patriota en aquella batalla.
Segunda
Inscripción. El nombre del General en Jefe de la Primera
División del Ejército vencedor y los nombres de los regimientos y batallones de
que ella se componía, con los de sus respectivos Comandantes.
Tercera
Inscripción. El nombre del General en Jefe de la Segunda
División del Ejército vencedor y los nombres de los regimientos y batallones de
que ella se componía, con los de sus respectivos Comandantes; estampándose
además las siguientes palabras: El General Manuel Cedeño, honor de los
bravos de Colombia, murió venciendo en Carabobo. Ninguno más valiente que él.
Ninguno más obediente al Gobierno.
Cuarta
Inscripción. El nombre del
General en Jefe de la Tercera División del Ejército vencedor y los nombres de
los regimientos y batallones de que ella se componía, con los nombres de los
regimientos y batallones de que ella se componía, con los de sus respectivos
Comandantes, adicionándose esta inscripción con las siguientes palabras: El
intrépido joven General Ambrosio Plaza, animado de un heroísmo eminente, se
precipitó sobre un batallón enemigo. Colombia llora su muerte.
Artículo
3°. Por el Ministerio
de Obras Públicas se formará el proyecto de la obra con su respectivo
presupuesto, y su ejecución se hará con cargo al Capítulo IV del Presupuesto de
Gastos de dicho Departamento.
Artículo
4°. El presente
Decreto será refrendado por los Ministros del Despacho Ejecutivo.
Dado, firmado, sellado con el Sello del Ejecutivo
Federal y refrendado por los Ministros de Relaciones Interiores, de Relaciones
Exteriores, de Hacienda, de Guerra y Marina, de Fomento, de Obras Públicas y de
Instrucción Pública, en el Palacio Federal, en Caracas, a los veinte y tres
días del mes de marzo de mil novecientos veintiuno. –Año 111° de la Independencia y 63°
de la Federación.
DESCRIPCIÓN DEL ARCO DE CARABOBO
El Arco muestra alrededor de doscientas piezas ornamentales,
conformadas por altos relieves, medallones, talantes y cariátides, que fueron
modelados por el escultor Lorenzo González y el escultor Pedro María Basalo.
Como obras complementarias al Monumento, se construyeron: una avenida con una
longitud de 1.200
metros por 8 metros de ancho, que pasa bajo el Arco con
cunetas, desagües y alcantarillados; y una plaza de 8.000 metros cuadrados
de superficie, que rodea al Monumento.
Conforman el Arco dos columnas de forma piramidal,
cada una de las cuales rematan en una esfera de 2,20 metros de
diámetro, sobre la que se apoya una figura de 3,50 metros de altura
simbolizando La Paz (columna norte) y La Victoria (columna sur).
En la parte inferior de las columnas, se hallan
cuatro relieves en la cara oriental y occidental, enmarcados en el mismo
mortero y coronados por un medallón. En la columna sur, los altos relieves
representan a Bolívar y a Páez en escenas de la Batalla de Carabobo, y el
medallón lleva la fecha de 1821.
Estas columnas van unidas a un arco de 10 metros de altura que
simboliza el Ejército. En la parte superior del Arco, aparecen dos medallones
en alto relieve; en la cara oriental, el busto del General José Antonio Páez.
Coronando estos medallones, se ubicó un busto de 3 metros de altura en la
parte central del arco que representa la República.
EL MONUMENTO DE CARABOBO INAUGURADO EN 1930
Inauguración del Monumento a la Batalla
de Carabobo, aparece el Gral. Juan Vicente Gómez, rodeado del elemento oficial
y distinguidas personalidades, el 19 de diciembre de 1930.
Se
debe este Monumento, que es sin duda alguna el más grandioso de cuantos se han
levantado a la gloria del Libertador Simón Bolívar, a la noble iniciativa del
Benemérito General Juan Vicente Gómez, y conforme al Decreto del 1 de noviembre
de 1929, se ha erigido en el propio campo donde se libró la grande y decisiva batalla
de Carabobo. Como trabajo preliminar de este colosal Monumento se hizo una
bifurcación de la carretera Valencia-Tocuyito-Tinaquillo en tal forma que los
dos ramales circunscriben toda el área de aquél. La Carretera Valencia-Campo de
Carabobo (Edo. Carabobo), fue inaugurada el 18 de diciembre de 1930 y la
histórica inauguración del Monumento del Campo de Carabobo, el 19 de diciembre
de 1930.
Vista parcial del Monumento a la Batalla de Carabobo, soberbio homenaje del Gral. Juan Vicente Gómez a la consagración de la gloria del Libertador Simón Bolívar, inaugurado el 19 de diciembre de 1930.
Consta
el Monumento de una parte central principal y de dos alegorías laterales. La
parte central principal descansa sobre un pedestal de base rectangular y tiene
dos alas laterales que también son de base rectangular. En la parte superior del
pedestal del centro, sobre un pedestal especial, descansa la estatua ecuestre
del Libertador y sobre dos pedestales laterales más bajos, a derecha e
izquierda, van colocadas quince estatuas, que forman, con la figura central,
una sola composición alegórica.
La
rocalla de la parte central fue traída de los morrillos de “La Puerta”, a fin
de que se realizase la feliz y patriótica sugestión del General Gómez, de que
aquellos arcos que fueron testigos de los reveses del Héroe constituyan ahora
inconmovible Monumento de su glorificación. La estatua ecuestre del Libertador
es de cuatro veces el tamaño natural y representa a Bolívar en actitud de
dirigir el combate. A ambos lados del corcel del Libertador las figuras del Genio
y de la Gloria, aparecen en actitud de guiar los pasos del inmortal guerrero. Las
estatuas ecuestres de Páez, Cedeño, Plaza y Urdaneta escoltan al Libertador y
van colocadas dos a cada lado.
Adosada
a la cara anterior del pedestal central está la alegoría del Altar de la
Patria, que consiste en un Monumento
en forma de pirámide escalonada de siete peldaños con una
estrella en relieve, grabada en bronce, cada una, y que simbolizan las siete
provincias que constituían la Capitanía General de Venezuela en donde se ubica un grupo escultórico alegórico a los
héroes que participaron en la batalla de Carabobo.
A
continuación de la parte superior de esta escalinata existe una lápida de
piedra en declive, con adornos de bronce, que lleva la siguiente inscripción:
XVII DE DICIEMBRE DE MCCMXXX
“LA PATRIA AGRADECIDA CONSAGRA ESTE
MONUMENTO, ALTAR DE PEREMNE VENERACIÓN, A LA MEMORIA DE BOLÍVAR Y DE LOS
ÍNCLlTOS GUERREROS QUE VENCIERON EN CARABOBO POR SU INDEPENDENCIA Y POR, SU
GLORIA”.
A
continuación de esta lápida, en su parte superior, existe una base semicircular
con dos gradas en declive y sobre ella descansa una alegoría de tres figuras de
bronce, representativas de la raza española, la indígena americana, y la iberoamericana
surgida de ambas. La figura alegórica de la nueva raza está colocada en el centro,
estrechando en sus brazos a las otras dos figuras, y de ellas pende una
guirnalda que termina en el primer escalón de la base, en un escudo de
Venezuela construido con mosaico veneciano.
La
parte central principal consta, además, de dos alas laterales, constituidas por
dos pedestales de base rectangular y que se insertan en los extremos del
pedestal central, uniéndose a él en dos planos inclinados. Sobre estos planos
están representados en altos relieves de bronce, dos relojes de sol que simulan
la hora del comienzo de la batalla y la hora de la victoria, el primero a la
derecha y el segundo a la izquierda de la figura central de Bolívar.
Estos
cuerpos laterales están cubiertos por ambas caras de altos relieves de bronce
rematados en grupos esculturales destacados encima de los pedestales, avanzando
hacia el frente del Monumento. Estos altos relieves y estatuas aún no han sido colocados
en su sitio.
En
la cara anterior de la base del pedestal principal, de ambos lados del grupo
central, están dos lápidas conmemorativas de piedra. La de la derecha del
Libertador lleva la siguiente inscripción:
“LA VICTORIA DE CARABOBO ALCANZADA EL 24
DE JUNIO DE 1821 POR EL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR, CORONÓ LA GLORIOSA EMPRESA
INICIADA EL 19 DE ABRIL DE 1810”.
La
lápida a la izquierda del Libertador lleva la siguiente inscripción:
“EL EJECUTIVO FEDERAL DE VENEZUELA, Al
ERIGIR ESTE MONUMENTO SE HA INSPIRADO EN LA NOBLE INICIATIVA DEL BENEMÉRITO
GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ, QUIEN CONCIBIÓ LA IDEA DE ESTE HOMENAJE”.
El
grandioso Monumento es obra del notable escultor español Antonio Rodríguez del
Villar. Las dos alegorías separadas descansan en pedestales rectangulares,
colocados a izquierda y derecha del Monumento central. Ambas alegorías llevan
una estatua central de bronce, y a su lado dos leones también de bronce y en la
cara anterior del pedestal, a derecha e izquierda, los escudos de Venezuela y
España en mosaico veneciano. Cada alegoría está rematada por un cóndor de
bronce con las alas desplegadas. La figura lateral que queda a la derecha de
Bolívar representa a Venezuela y la otra a España.
A ambos lados de cada una y como símbolo de fortaleza,
dos leones en actitud vigilante descansan sobre los escudos, en mosaico
veneciano, de Venezuela y España. En la cumbre de ambas pirámides, dos cóndores
en bronce con las alas desplegadas simbolizan la igualdad entre las dos
naciones.
Vista de una de las alegorías laterales
del Monumento.
Manteniendo la axialidad del conjunto, al cual rodea
un gran parque, se construye en ese mismo momento la Avenida de los Héroes,
bordeada por un grupo de dieciséis bustos de bronce colocados sobre las bases
de granito, obras de Antonio Rodríguez del Villar, que representan, en el lado
izquierdo a: José Antonio Páez, Ambrosio Plaza, José Francisco Bermúdez, Santiago
Mariño, Thomas Ildeston Farriar, José Cornelio Muñoz, Miguel Antonio Vásquez y
Manuel Manrique. Del lado derecho están ubicados: Manuel Cedeño, Rafael
Urdaneta, Pedro Briceño Méndez, Bartolomé Salom, Antonio Rangel, Juan José
Rondón, Diego Ibarra y Pedro Camejo, el "Negro Primero".
EXTRACTO DEL DISCURSO PRONUNCIADO EN EL
CAMPO DE CARABOBO POR EL DOCTOR RAFAEL REQUENA, EL DÍA DE SU SOLEMNE INAUGURACIÓN.
Señores:
A
fuerza de patriota y de civilizador el General Juan Vicente Gómez concibió con
notable acierto el soberbio Monumento que contemplamos. Aquí mismo lo oímos,
hace poco, describiendo, al ilustre escultor español Rodríguez del Villar, cómo
debía ejecutarse esta grandiosa obra, que con tanta fidelidad y competencia ha
llevado a cabo el artista.
La
idea es feliz y la ejecución maravillosa: Los Monumentos laterales muestran
que, después de la lucha habida entre Venezuela y España, simbolizadas en
cóndores y leones, respectivamente, éstos han quedado custodiando los emblemas
de ambas naciones, mientras aquéllos, posados en las cúspides, recogen, con las
alas abiertas, para llevarlo a mayores alturas, el homenaje que los dos pueblos
rinden a la gloria del Libertador, honor excelso de la raza.
Las
figuras que personifican estas naciones sostienen sobre el pecho lámparas
votivas donde arde perpetuamente la llama de la gratitud por los paladines que
evidenciaron en la lucha grandes virtudes heredadas. Sobre un macizo de piedras
milenarias, bañadas con sangre de héroes en las jornadas de “La Puerta”, y que
el General Gómez hizo trasladar a este sitio, descansa el sólido pedestal de granito
del Monumento central, que comienza con siete escalones, sellado cada uno con
una estrella, representando las siete provincias de que se componía Venezuela.
El General Juan Vicente
Gómez señalando las piedras traídas de “La Puerta” (Edo. Guárico) que hizo
trasladar en desagravio por las tres derrotas del Ejército Libertador ocurridas
en ese sitio y para perpetuar la memoria de nuestros héroes de la Independencia
en el Monumento de Carabobo.
A
derecha e izquierda del pedestal, sendos bajos-relieves marcan: uno, con espadas,
las once de la mañana, momento en que comenzó la lucha: y otro, con ramas de
laurel, las doce del día, hora en que se decidió la batalla con el triunfo de
nuestra armas. En el centro, en grupo alegórico, se ostenta vigorosa la nueva
raza formada por la unión espiritual de los dos pueblos. A los lados de ese
grupo, en plano superior, hay cuatro estatuas ecuestres, y seguirán otras de
igual talla, con una representación completa de los Jefes y las armas que se
distinguieron en la lucha.
Coronando
el Monumento, como llevado por el empuje ciclópeo de bravos combatientes, sobre
los hombros de la Fama, aparece, en arrogante corcel, asistido por el Genio y
la Victoria, la figura culminante: Bolívar, señalando con el índice, a la
veneración de todos los tiempos, el sacrosanto lugar donde quedó asegurada
nuestra Independencia, y con ella la de toda la América Española.
¡Qué
Monumento tan suntuoso y qué base tan gloriosa! El alma de esas piedras de “La
Puerta” lloró, sufrida, los desastres de las huestes patriotas en aquel sitio;
pero, en justa compensación, tuvo el alborozo de ver los primeros destellos de
la paz en la espada vencedora del General Gómez. Hoy contempla confundidas
derrotas y victorias en este Monumento que perpetúa la gloria inmortal de Carabobo
y simboliza el triunfo definitivo de nuestra Independencia.
De
todas las enseñanzas que dejó Bolívar a la posteridad ninguna más conmovedora
que la de haberse erguido en las derrotas con el espíritu intacto y el corazón
entero. Aquel hombre extraordinario sabía, coronar sus noches con radiantes
auroras. Con los desastres de “La Puerta” sintió multiplicadas aquellas
energías que hicieron decir al Conde de Cartagena que era más temible en la
derrota que en el triunfo. Esa virtud de no doblegarse en la adversidad y de
perseverar en la lucha es la que ha querido inmortalizar el General Gómez al
colocar las piedras que contemplaron los fracasos de Bolívar como base de los
bronces que proclaman hoy su gloria.
¡Salve,
Monumento glorioso!, que evocas los días leyendarios de la Magna Gesta y serás
constancia eterna de cómo se elevan los pueblos dirigidos por el sano
patriotismo. Con el arco que te sirve de pórtico y con tu soberbia construcción
ha realizado el General Juan Vicente Gómez de manera espléndida el decreto del
Congreso de Cúcuta que ordenó levantar una columna ática para recordar a la
posteridad la gloria de Carabobo. Debía tocar también el pago de esa deuda
moral a este hijo de Venezuela, el gran glorificador de Bolívar predestinado
para la continuación de su obra, para la conmemoración de las grandes
efemérides de la patria y para las justicieras reparaciones de su historia.
Asistimos
también en este día a la inhumación de los restos del Soldado Desconocido de la
Independencia, hallados en el campo de Ayacucho y mandados a depositar en esta
tierra de Carabobo por la providente justicia del General Juan Vicente Gómez.
Ningún sitio más a propósito que este campo inmortal para guardar los despojos
de ese héroe anónimo, que, fascinado por Bolívar, hizo con el gran guerrero la
campaña sin igual en los fastos de Marte y contribuyó con su sangre al triunfo
de la Libertad.
Conducción de los restos del Soldado
Desconocido al Arco de Carabobo. 19 de Diciembre de 1930.
Soldado
heroico, ya puedes descansar tranquilo en el seno de esta tierra, satisfecho de
la suerte de tus hermanos, los hijos del noble pueblo venezolano. Educados
ellos en la escuela del civismo, durante cuatro lustros de paz proficua, y con
plena conciencia de sus derechos a la vida civilizada, no son ya, como antaño,
fácil presa de los ambiciosos para el motín y la guerra; no empuñan el fusil
fratricida del faccioso, sino las herramientas del trabajo o las armas del
ejército que garantizan la vida ciudadana y mantiene el decoro nacional. ¡Soldado
glorioso, descansa en paz!...
Hace
diez años que en este mismo campo, con el carácter de Presidente del Congreso, me
cupo la honra de llevar la palabra del Soberano Cuerpo para declarar “urbi et
orbe” que el General Juan Vicente Gómez era el hombre necesario para regir
nuestros destinos en el presente y en el porvenir. Los sucesos ocurridos en ese
lapso han probado que no se equivocaron los Representantes del pueblo: la
esperanza de un porvenir risueño se ha convertido en la brillante realidad del presente
que contemplamos con legítimo orgullo.
Cuando
casi todas las naciones del orbe luchan por resolver serios problemas
políticos, económicos o raciales; se desangran los pueblos en las luchas
armadas o se asfixian en los tentáculos del pulpo de los empréstitos, y la ola
roja del bolchevismo, se agita en los mares o invade toda la tierra,
dislocándolo todo, en un crudo ataque de demencia; destruyéndolo todo, con
furia de ciclón, Venezuela, pregonémoslo con júbilo, presenta el edificante
ejemplo de un país orientado definitivamente por los senderos del orden.
Con
progreso creciente y en pleno goce de su autonomía política y social; trofeos,
esos, que sintetizan las grandes conquistas alcanzadas en su vida cívica y que
colocan hoy sobre la tumba de su Libertador como el más digno homenaje a su
venerada memoria.
¡Gracias,
General Gómez! Gracias, a nombre de todos los pueblos de Venezuela. Porque,
¿quién puede negar su gratitud al fervoroso patriota que ha tenido la gloria de
preparar esta hermosa ofrenda a los manes de Bolívar?
Nadie
ha podido olvidar el desastroso estado en que se hallaba el país cuando
entrasteis a presidir su Gobierno: sangrante y desmoralizado por las
revoluciones, en bancarrota su hacienda, bloqueado por deudas, relajados todos
los resortes de la administración y rotas sus relaciones con casi todos los
pueblos de la tierra. ¡Aquello era el caos! Y de él hicisteis surgir la
Venezuela moderna, organizada y próspera, con asiento en la Sociedad de las
Naciones, donde alcanza el honor de la consagración universal de su Héroe
Máximo, el vidente precursor de la Institución más noble que haya concebido la
inteligencia humana.
La
figura de Bolívar, como la de todo creador, crece en la relación con la
prosperidad de su obra; y Venezuela puede estar orgullosa de contribuir a ello
mostrando los principales progresos que ha alcanzado: estabilizar el orden,
sanear material y moralmente el país, fundar Bancos protectores de las
industrias madres y del obrero, educar al pueblo, darle pan en todo género de
trabajos públicos, organizar ejército y aviación, cruzar de carreteras modernas
todo el territorio, erigir Monumentos dignos de la memoria de los héroes, y
finalmente, pagar en su totalidad la enorme deuda que pesaba sobre sus finanzas
presentándose al mundo como ejemplo único de perfecta solvencia en la vida
actual de las naciones.
Nadie
ha honrado mejor que vos la memoria de Bolívar, ciudadano General, porque
habéis tenido por lema su elevado pensamiento: “La gloria está en ser bueno y
en ser útil”. Está plenamente demostrado, con hechos que, después de los
libertadores, sois el venezolano que más beneficios ha proporcionado a la
Patria.
Podéis
estar seguro en la estabilidad de vuestra obra, porque ella ha penetrado en el
corazón del pueblo y captado su eterna gratitud. No habéis erigido estatuas
para perpetuar vuestra memoria; pero la posteridad os verá sobre un pedestal
muy alto: el de esas carreteras que se empinan hasta las cumbres de los Andes,
disputando a los cóndores la altura, para pregonar a todos los vientos las
conquistas de la Venezuela rehabilitada, conforme a los anhelos de nuestro
Héroe Epónimo.
¡Padre
Libertador! Ante este altar que la Patria regenerada consagra a tu memoria,
hacemos tus buenos hijos la promesa de continuar fieles a tu gloria, laborando
en el seno de la paz, única atmósfera propicia al bien, por la prosperidad y
ventura de esta tierra que te adora. Un pueblo agradecido y un ejército de
leales, guiados por la espada vencedora en “La Puerta” y “Ciudad Bolívar”,
garantizan el cumplimiento de esta promesa.
19
DE DICIEMBRE DE 1930.
El 18
de diciembre de 1930 diez mil soldados de Venezuela, al mando del Comandante en
Jefe del Ejército Nacional, General Juan Vicente Gómez, rindieron grandiosos
honores militares en el Campo de Carabobo ante el Monumento que acabamos de
describir.
De
la Memoria de Guerra y Marina, presentada al Congreso Nacional, tomamos el
extracto de un interesante Informe, transmitido al Comandante en Jefe del
Ejército Nacional, General Juan Vicente Gómez, por el General Eleazar López Contreras,
Jefe de Estado Mayor General interino, sobre la cooperación del Ejército
Nacional en la conmemoración del Centenario de la muerte del Padre de la
Patria:
Ciudadano
General Juan Vicente Gómez
Comandante en Jefe del Ejército.
Presente.
Honor
y satisfacción me proporciona la oportunidad de dirigirme ante la Suprema
Autoridad Militar de la República, que usted dignamente representa, para cumplir
con el deber que me incumbe, en mi carácter de Jefe del Estado Mayor General,
interino, de rendir un informe circunstancial de la cooperación que cupo en
honra prestar a la Institución Armada en la conmemoración del Centenario de la
muerte del Libertador, de conformidad con el Decreto Ejecutivo del 29 de
noviembre próximo pasado.
Para
la fecha en que fui distinguido por usted con el honorífico cargo de Jefe de
Estado Mayor General, con carácter de interino, se encontraban en plena
ejecución las órdenes e instrucciones que usted había tenido a bien impartir a
los fines de la preparación del organismo armado para cumplir en la forma más
amplia, la parte que debía corresponderle en dicha conmemoración.
Probada
la eficacia del Ejército creado por usted, se han podido apreciar las grandes
facilidades que prestan las carreteras para la movilización de las tropas y es
a ese progreso alcanzado por sus esfuerzos de estadista que se debe el que la
mayor parte de las Unidades Superiores, pudieran recorrer centenares de kilómetros
desde sus acantonamientos, concentrarse en el Campo Histórico y volver a su
punto de partida en el limitado espacio de cuarenta y ocho horas.
Entra
en el cuadro de nuestra apreciación militar y patriótica el soberbio espectáculo
de su presentación a la cabeza del Gran Ejército, ante el grandioso Monumento,
que por iniciativa de usted ha consagrado el Gobierno de la República a los
héroes de la Inmortal Jornada y a la máxima glorificación de nuestro Padre y Libertador.
Corresponde
la magnitud de este Monumento a la grandiosidad de aquel Campo, creado por el
Supremo Artífice, propicio a los mayores esfuerzos, sacrificios, negaciones y
heroísmos. Una serie de hermosas colinas, separadas por montículos, arroyos y
vertientes, representan la vida de los más esforzados combatientes de la
jornada del 24 de junio de 1821. En el centro del mayor agrupamiento se destaca
la consagrada a perpetuar la memoria de Bolívar, EL GRANDE ENTRE LOS GRANDES,
que por una rara coincidencia lleva el nombre simbólico de La Centella, y
efectivamente, Bolívar fue rayo de potencialidad incomparable por sus ideas,
sentimientos, carácter, voluntad y acción. Vivió como entre llamas y lo era.
Ama, y lo que dice es como florón de fuego. Como el sol llega a creerse, por lo
que deshiela y fecunda y por lo que ilumina y abrasa.
Felices
los que pudimos ir bajo el mando de usted en peregrinación patriótica a ese
inmenso Santuario de la Libertad, tierra regada con la sangre generosa del
pueblo venezolano, donde nos sentimos purificados siguiendo las huellas
gloriosas que marcaron las vencedoras huestes bolivarianas y la que dejaron los
indómitos soldados del Valencey en retirada, pero muy en alto el honor de su
bandera y el prestigio de nuestra madre España.
Puede
usted estar satisfecho, en el justo orgullo que mantiene de ser el Primer Bolivariano
de América, de que el Ejército de 10.000 hombres que ha tenido la gloria de
asistir al Campo de Carabobo bajo las inmediatas órdenes de usted, fiel a la
República y a sus tradiciones históricas, fortaleció su espíritu de disciplina,
de lealtad y de patriotismo, después de recorrer el itinerario de marcha, que
siguieron las Huestes Libertadoras y vivaquear bajo esa comba celeste que se
apoya en crestas de montaña que circundan el Santuario de la Libertad, a la vez
que forman la Vía Sacra, por donde remontaron, en ascensión gloriosa e
inmortal, guiados por Bolívar, los soldados de la Gran Colombia”.
Dios
y Federación,
(Firmado). ELEAZAR LÓPEZ CONTRERAS.
General. J. E. M.G. interino.
Puede disfrutar un video sobre la historia de la
construcción del Arco de Carabobo (1921) y el Monumento bautizado como
"Altar de la Patria" (1930), para perpetuar la memoria de los héroes
de la independencia por orden del Benemérito General Juan Vicente Gómez. Cinesa.
Año 2001:
Puede disfrutar un video con imágenes
originales históricas de la época filmadas por don Edgar Anzola del Gral. Juan
Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, quien ordenó la
construcción del Arco (1921) y el Monumento (1930) en el glorioso Campo de
Carabobo: