miércoles, 7 de diciembre de 2016

EL GENERAL GÓMEZ DERROTÓ AMENAZA COMUNISTA


Líderes de la Generación marxista de 1928. Abajo, de izquierda a derecha, aparecen con el puño levantado, en señal de su afiliación política, los jóvenes estudiantes: Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Miguel Otero Silva, protagonistas, entre otros, de la fracasada revuelta comunista.

Cómo se juzga en el exterior la acción enérgica y benéfica del General Juan Vicente Gómez.

Artículo publicado por “El Heraldo” de Valparaíso (Chile) en 1928, diario liberal e independiente que dirige el señor Enrique Valdez Vergara, notable periodista chileno. Lo suscribe un escritor de honradez literaria, sano criterio y amplias miras y evidencia los horrores y amenazas del comunismo, ese enemigo del género humano, porque es la disolución sistematizada del orden social, político y económico, sobre el cual descansan las naciones de hoy.

Entre nosotros pretendió también germinar la mala simiente; pero la mano pronta del General Gómez, Jefe Supremo de la Nación, y el buen sentido de nuestro pueblo, extirparon la planta de raíz, al apuntar los primeros brotes, en que aparecieron como instrumentos incautos un grupo de estudiantes azuzados por políticos aviesos, incapaces de dar el frente y luchar a cara descubierta en presencia de un sistema de gobierno fundado en el asentimiento de la totalidad de los venezolanos de buena voluntad y en el prestigio incontrastable de un hombre que ha sabido hacerse digno de la fe y de la confianza de su patria, engrandecida por su carácter y por sus altas dotes de magistrado.

El General Gómez deploró como nadie tener que castigar a esos jóvenes, cuando frustró con rápida eficacia la iniciación de un movimiento de tal índole. Pero primero estaba la seguridad pública: y los estudiantes, al desertar de las aulas universitarias para formar en la fila sediciosa de un cuartelazo, se declaraban contra el orden establecido y se hacían automáticamente, reos de su propio delito, a quienes la justa corrección volverá en sí, para ser de nuevo, ciudadanos dignos de la patria armoniosa, con espíritu de compacto nacionalismo.

EL NUEVO DIARIO, consecuente con sus principios, da cabida en su primera plana a la publicación inserta en el diario chileno y condena, una vez más, la doctrina y las prácticas de ese sistema antinatural y retrógrado que pretende inútilmente cubrir de rojo el mundo civilizado:

AMÉRICA Y EL COMUNISMO

Por: Rodolfo Aracena.
"El Heraldo" de Valparaíso (Chile), 9 de noviembre de 1928.

Es digno de ser tomado en cuenta el elocuente hecho, de que el comunismo, con todo su cortejo de actos vandálicos, de exacciones y de atentados contra la Patria, no ha encontrado en ninguna de las repúblicas americanas clima favorable, terreno propicio para su desarrollo y cultivo. Con excepción de unos cuantos casos aislados, la semilla importada quedó muerta en el surco; y aún en esos casos aislados, dicha semilla solo produjo un grano defectuoso e inservible para una nueva siembra.

La acción de los gobiernos, por un lado, y la sensatez de las masas populares por el otro, arrancaron de raíz los escasos brotes comunistas, que habían nacido, y que desde el primer momento fueron considerados yerbas perjudiciales, plantas venenosas, vástagos malditos.

¿En dónde están aquellos agitadores extranjeros que recorrían campos y talleres para explotar la credulidad de las gentes sencillas? ¿En dónde están aquellos flamantes oradores callejeros, que instalaban su tribuna en cualquier plaza pública para disertar sobre el próximo advenimiento de una eterna era de igualdad entre todos y cada uno de los componentes de la especie humana, ni más ni menos que como la igualdad instintiva que practican las bestias de las selvas y los peces del mar que se atacan y devoran los unos a los otros?

¿En dónde están aquellas banderitas rojas que se movían a impulsos de blasfemos, gritos contra Dios y la Patria, contra el orden, el capital y el honrado trabajo?

¿Y aquellos periodiquillos, aquellos cartapeles en cuyas columnas no había más que lectura disociadora, provocaciones, amenazas y denuestos mezclados con loas a los COMPAÑEROS, a los CAMARADAS, a los HERMANOS del proletariado?

Esto es confesar que todo eso y mucho más por el estilo, ha desaparecido sin dejar huellas; fue derribado desde sus cimientos no solamente por la férrea mano de los hombres dirigentes, sino que, también, por la casi unánime voluntad de los pueblos y en especial del elemento obrero que rechazó de plano toda marca facturada en las cavernas sovietistas.

Han caído para no levantarse más en América, los apóstoles rojos, con sus banderas rojas, y con sus prédicas rojas, y con su famosa canción internacional, igualmente roja.

El cable nos ha comunicado que en Colombia han comenzado a surtir sus efectos las muy atinadas y oportunas leyes de defensa social dictadas recientemente. Ya era tiempo. Barranquilla y Cali son dos hermosas ciudades de aquel floreciente país, y en ellas habían abierto su campamento muchas docenas de agitadores comunistas de la peor especie. Allá estaba el centro de operaciones; desde allá se urdían planes, se fraguaban conspiraciones y se organizaba la difusión de candentes impresos. Cali está muy cerca del mar Pacífico y Barranquilla en el Oriente a un paso de Venezuela y las Antillas.

Los puntos más estratégicos y de importancia máxima, sobre todo cuando se sabe que todos ellos constituyen el último reducto. Las autoridades han mirado a esos agitadores con cierta indiferencia, sin sospechar que tenían un alacranero dentro de casa. Tal vez procedieron así en obsequio a la libertad del pensamiento o para experimentar en propio pellejo. Sin embargo, con mil precedentes a la vista es temerario negar que el pensamiento hablado y escrito, sin cauce, todo lo invade, todo lo ahoga, todo lo destruye.


En las recientes intentonas revolucionarias de Venezuela, entraron en función los elementos comunistas establecidos en las dos ciudades colombianas. Contaminados algunos grupos de estudiantes venezolanos, se salieron del riel y promovieron disturbios al compás de ridículas protestas. En la colada figuraron también unos cuantos politiqueros de la casta roja, unos cuantos señorones que cargan los sesos tras las faldas de sus levitas.

Los estudiantes, cuando marchan por su riel, aunque tengan veinticinco años, son muchachos muy simpáticos y dignos de la mayor consideración y aprecio. Sus desfiles, sus asambleas, sus ruidosas protestas y toda otra manifestación estudiantil que no se aparte ni una sola línea de sus linderos, son excitantes de alegría para grandes y pequeños.

Puede sentarse por principio que los estudiantes merecen ser tratados como estudiantes mientras conservan su calidad de estudiantes. Pero un estudiante, de pelo en pecho que, a manera de apéndice, sabe agregarse a los tumultos, un estudiante que forma en el coro de los gritones subversivos, un estudiante que gusta del manejo y portación de armas y de petardos explosivos, es un estudiante que ha desertado de sus filas; y aunque vaya con el libro bajo el brazo, ya perdió el camino del hogar y de la escuela para ponerse al alcance del sable y del caballazo.

Tal ocurrió en Venezuela.

No viene al caso hacer el recuento de las magnas obras realizadas por el Presidente Gómez en la Patria de Bolívar, que hoy ocupa prominente lugar entre las más cultas y prósperas de nuestro continente. Pero sí diremos que el Supremo Mandatario venezolano ha sido y es la barrera al comunismo y el azote de los comunistas. De ahí el fuego graneado que se le ha dirigido desde las fortalezas de Barranquilla y Cali.

Muchos estudiantes venezolanos, azuzados por algunos políticos de capa caída, resolvieron aceptar la propuesta de aquellos comunistas, y ya sabemos cuál fue el producto total que arrojó la función: estudiantes venezolanos castigados; desbande general de compañeros y de camaradas, leyes colombianas de defensa social y atronadores aplausos en todo el Universo.

Y ahora que se baje el telón.

Rodolfo Aracena.
"El Heraldo" de Valparaíso (Chile), 9 de noviembre de 1928.

(Publicado en el periódico “El Nuevo Diario”, el 8 de enero de 1929).




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