DEL ANECDOTARIO DEL GENERAL GÓMEZ
(Por: Ángel G. Pinedo)
Diario “El Universal”, el 3 de junio de 1966.
Allá por el año 1930 vivía
en la Parroquia de Altagracia entre las esquinas de Truco a Cardones, un
matrimonio compuesto por Genaro y María y sus pequeños hijos Mercedes y Carlos
de 8 y 5 años, respectivamente. Corría el mes de diciembre y se acercaban los
días de Pascua. La crisis económica mundial del año 1929 había llevado a
Genaro a la ruina, ya que todos sus haberes se encontraban en la calle, en
cuentas casi todas incobrables. La mayoría se encontraba en mala situación.
Genaro pasaba trabajo para ganar el sustento diario de la familia. Recuerdo
también que tenía un viejo automóvil Willis Knight de cuatro cilindros, resto
de su desaparecido negocio, y cada mañana le hacía poner Bs. 2 de gasolina,
para salir a gestionar la consecución de la dieta familiar. Había días en que
regresaba desilusionado por no haber podido ganar ni un solo bolívar, pero
otras veces las entradas alcanzaban para cubrir el gasto de una semana o más y
así iban pasando los días, con la ayuda de su buena esposa María, quien
contribuía a mantener servida la mesa haciendo hallacas y jaleas de membrillo y
de guayaba. Genaro se ocupaba también de corredurías, apertura de libros de
contabilidad en casas de comercio, cortes de cuentas, liquidación de
inventarios y demás trabajos de contabilidad, en los que era experto.
Los esposos estaban
apesadumbrados, pues veían que para aquel 24 de diciembre su situación
económica no les permitiría adquirir los acostumbrados regalos para ponerlos en
el Nacimiento de la Nochebuena. Ya María le había explicado a sus hijos que no habría juguetes, pues el Niño Jesús
estaba muy pobre y que su papá tampoco tenía dinero. Había pues que esperar a ver
si los Reyes Magos traían algo la noche del 5 de enero. Con esta última
esperanza se habían resignado los niños.
El 24 de diciembre muy
temprano tocaron a la puerta de la casita. María acudió a abrir la puerta y
Genaro, que aún no se había levantado, oyó desde su cama una voz que decía en
la puerta: “De Maracay, señora”, a lo
cual exclamó María: “Ah, ¿eso lo manda tío Federico?”. Ella tenía un tío de ese
nombre que trabajaba en los Telares de Maracay y creía que el bulto grande que
traían a la puerta lo enviaba su tío. Luego se oyó un grito de asombro de
María, por lo cual Genaro se levantó apresuradamente y acudió a la puerta. Su
esposa decía con voz de asombro: “Mira,
Genaro, lo que han traído de Maracay! Y aquí hay una tarjeta del General Gómez
para Mercedes!”. Efectivamente, estaban allí dos soldados que habían traído
el bulto y la tarjeta que se despedían muy sonreídos diciendo: “Sí, del General Gómez, y que pasen todos
felices Pascuas”.
La tarjeta decía más o menos
lo siguiente: “General Juan Vicente Gómez, etc., etc., etc., saluda a su
amiguita Mercedes y le envía ese regalito para que pase unas felices Pascuas en
unión de sus queridos padres”. El bulto contenía un lujoso cochecito para niño,
de tamaño normal y una muñeca grande. Hechas las aclamaciones resultó: que la
niñita, al saber que no habría regalos le escribió una cartica al General Gómez
pidiéndole su ayuda, pues su papá estaba sin trabajo y sin dinero y aquel año
no les iba a poder dar regalos. La carta la mandó al correo, sin estampillas,
con la sirvienta. La audacia de la niñita dio resultado y ella lo celebró más
que nadie.
“Puedo certificar la
autenticidad del episodio, pues soy el padre de la niñita Mercedes”, me contó Genaro.
Ángel G. Pinedo
(Publicado en el Diario “El Universal”,
el 3 de junio de 1966).
OJALA QUE NUESTRO GOBERNANTE TUVIERA ESA SENSIBILIDAD QUE TENIA EL GENERAL GOMEZ!!
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