viernes, 28 de junio de 2019

EL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ ES UN GRANDE Y PROBADO AMIGO DE CHILE


Santiago de Chile en 1920.

El General Juan Vicente Gómez dio fin a las revoluciones, estableciendo firmemente la paz interior, lo que, por sí sólo, basta para colocar su nombre en el libro de oro de los grandes conductores de pueblos de nuestra joven América.

He aquí el interesante artículo que publica la importante Revista Zig-Zag, de Santiago de Chile, en su edición del 22 de Julio de 1922:

"Nos llega de Venezuela la noticia de haberse efectuado la renovación del Poder Ejecutivo en forma que hace honor al espíritu cívico y al amor del orden público que imperan en aquel simpático país, y que el General Juan Vicente Gómez, asumió el 24 de Junio último el mando supremo, en medio de la satisfacción general de sus compatriotas.

Nada más natural que este regocijo, toda vez que el distinguido gobernante ha encauzado a su Patria en la amplia y luminosa senda del progreso a la sombra de la paz interna, de las garantías y libertades individuales y de la confraternidad internacional, firmemente consolidada por su política hábil y profundamente sincera.

Este soldado-ciudadano, que logró derribar los torreones de la opresión que pesaba sobre las conciencias y las instituciones, y destruir para siempre los gérmenes de la agitación y la revuelta que estancaban el desenvolvimiento material e intelectual del país y mantenían latente el estado de perpetua discordia, ha sido y es el autor de todos los adelantos venezolanos de los últimos años.

Conocidos ampliamente son los primeros actos del Gobierno del General Gómez, que dieron por resultado la cancelación de las deudas provenientes de los Protocolos de Washington; el arreglo de las dificultades internacionales, la mayor de las cuales, sin duda, era la situación vidriosa que su antecesor había creado a Venezuela en sus relaciones con Francia; la celebración de tratados de amistad y de intercambios comerciales con diversos países; la tendencia manifiesta de acercamiento con los pueblos de América y el arreglo de las finanzas nacionales.

Posteriormente, su esfuerzo se ha ejercitado en todos los órdenes de la actividad pública, evidenciando así una verdadera concepción de sus deberes de estadista y el anhelo de labrar la grandeza de Venezuela.

De este modo, propendió al incremento de la instrucción pública, a la que trazó rumbos definidos de índole práctica, a fin de que sus conciudadanos se encontraran en aptitud de bastarse a sí mismos, de proveer a sus necesidades como hombres preparados por la educación intelectual y por el aprendizaje de un oficio; reorganizó el Ejército, que era una colectividad incipiente y sin preparación militar, e inició el mejoramiento de la Armada Nacional, así como de la Marina Mercante; estableció puertos marítimos y fluviales allí donde antes sólo existían radas abiertas a todos los vientos, inseguras, sin abrigo, sin malecones y sin nada, en fin, de lo que constituye un puerto moderno; abrió profusamente hermosas y cómodas vías de comunicación, especialmente carreteras, que abreviaron las distancias y facilitaron los transportes hasta los más apartados villorrios; fomentó las obras públicas y dio considerable impulso a la agricultura, base de la riqueza en ese país de asombrosa fertilidad, así como a la minería y a las industrias fabriles; desarrolló hábilmente las finanzas nacionales, atendió a la disminución de la deuda pública, qué en la actualidad es relativamente insignificante; atendió al mejoramiento de las ciudades, a la salubridad y a la higiene, a todo, en fin, lo que cae bajo la acción múltiple de un hombre de Estado de mirada previsora y de alta concepción de sus deberes; y, sobre todo, como ya lo hemos dicho, dio fin a las revoluciones, estableciendo firmemente la paz interior, lo que, por sí sólo, basta para colocar su nombre en el libro de oro de los grandes conductores de pueblos de nuestra joven América.

En el período constitucional anterior estuvo alejado de la acción gubernativa, para consagrarse exclusivamente a la reorganización e instrucción del ejército, del que es Generalísimo.

El pueblo venezolano sabe apreciar al General Gómez, que ha vivido preocupado del bienestar de sus conciudadanos y en quien ve al hombre que habrá de llevar a la República a la cúspide de su engrandecimiento. Su elección, por el voto unánime del Congreso, es la mejor prueba de su popularidad, popularidad bien merecida, por cierto, ya que el General Gómez ha sabido hacerse digno de ella por medio de una labor patriótica y fecunda en halagadores frutos de bien público y prestigio nacional".

(Publicado en el Diario "El Financiero" de Madrid, España, el 22 de septiembre de 1922).

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