La Plaza Bolívar de Caracas hoy
modernizada con su artística rotonda de cemento armado, su feérica iluminación
eléctrica y este pavimento terso, pulcro, limpio, son obras todas del General
Juan Vicente Gómez, Presidente de la República.
La que en tiempos coloniales
y hasta ya entrada la República fue Plaza Mayor, y hoy ostenta con legítimo
orgullo el nombre excelso de Bolívar, presentaba el gravísimo defecto de que su
pavimento, con el uso y el tiempo transcurrido, no estuviera de acuerdo con la
belleza e importancia de aquel parque, sitio de recreo de la urbe, y alegrado,
en noches de retreta, por las armonías de la Banda Marcial.
El primer mosaico que cayó
sobre el suelo de la Plaza Bolívar venía prestando sus servicios desde 1891,
puesto en la Administración del Doctor Andueza Palacio, por los contratistas
señores Ricardo Mortimer y Mauricio Báez, los que, como la industria mosaiquera
era por entonces completamente desconocida en Caracas, tuvieron que importarlo
de Europa.
En vista del deplorable
estado que el mosaico presentaba en el uso, el General Rafael María Velasco,
Gobernador del Distrito Federal, interpretando los deseos del Benemérito
General Juan Vicente Gómez, resolvió encomendar el trabajo de pavimentación a
una de nuestras más antiguas y acreditadas fábricas nacionales, la
casa Chellini.
Un nuevo triunfo representa
para la “Compañía Anónima Nacional de Mosaicos”, fundada por Eusebio Chellini
hace más de treinta años, el flamante pavimento con que ha cubierto nuestro
parque principal, la Plaza Bolívar.
Ya en otras ocasiones nos
hemos ocupado de la importancia de esta Fábrica de Mosaicos, que fue la
introductora de esa industria en Venezuela, industria de cuya utilidad puede
juzgarse por el incremento que ha tomado con las modernas construcciones, lo
que la ha hecho extenderse prodigiosamente.
Entre las primeras obras públicas
ejecutadas por Chellini, se cuenta el mosaico de la “Plaza del Venezolano” que
colocó hace justamente treinta años; luego, fuera de los innumerables trabajos
particulares a que ha tenido que atender, ha hecho los pavimentos del Palacio
de Hacienda, del de Justicia, Museo Boliviano, Academia Militar, Teatro
Nacional, y otras muchas en el Interior de la República; trabajos todos en que
se puede apreciar la duración del cemento y la fijeza de los colores, pues los
materiales que emplea son de primera calidad, y porque sus grandes depósitos
hacen que no tenga que emplear el material fresco que pierde su natural
consistencia.
Precisamente, por ese gran
depósito acumulado que tiene Chellini, ha podido efectuar este trabajo de la
Plaza Bolívar, en apenas cuarenta días. Se trataba nada menos de que
de colocar 4.400 metros cuadrados de mosaico, 42 metros cuadrados de desagües,
32 de rejas, 337 de escalera de granito y 700 de rodapié.
Con todas estas bellas
innovaciones en su piso, nuestra Plaza Bolívar, la más histórica e importante
de Caracas, por tener en su centro la celebrada estatua del Libertador, obra
maestra, ha quedado a la altura requerida.
Entre las innovaciones que
se han efectuado por el contratista Chellini, figuran los desagües, que antes
se efectuaban por sobre la superficie del pavimento, siendo una verdadera
calamidad en días de lluvia para los peatones que traficaban por las aceras
laterales de la Plaza, inundadas por la enorme cantidad de agua que de aquella
corría; y los altos rodapiés de granito artificial con que ha protegido los
jardines, así como las escalinatas que ahora son más suaves.
La Plaza Bolívar de Caracas hoy
modernizada con su artística rotonda de cemento armado, su feérica iluminación
eléctrica y este pavimento terso, pulcro, limpio, son obras todas del General
Juan Vicente Gómez, Presidente de la República, que presentan un aspecto
encantador y digno del Héroe, cuyo altivo bronce ecuestre se yergue en medio
del parque nemoroso, como un eterno paradigma de gloria.
Revista “Billiken”, 26 de diciembre
de 1925.
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