Circular a los Presidentes de Estado
De Maracay a Barquisimeto, el 1º de marzo de 1924. –Las 9 hs. 30 ms. a.m.
Señor general Rafael María
Velasco B.
Al iniciarse el nuevo
periodo constitucional en los Estados, deseo someter al estudio y consideración
de usted, algunas ideas sobre Administración Pública, que constituyen la
esencia del Programa de la Causa Rehabilitadora y que, lealmente llevadas a la
práctica, harán la felicidad de sus gobernados: porque siendo yo el Jefe me
toca velar sobre las actuaciones de los Gobiernos regionales, para que se
enrumben definitivamente por los senderos de la Paz, del Orden, de la Ley y del
Progreso.
El Magistrado es el primero
que debe acatar las Leyes, observando así un precepto constitucional y dando
buen ejemplo, pues en caso contrario, carece de la autoridad moral
indispensable y se relajan los resortes del Gobierno, y como aquellas han sido
hechas para asegurar a los hombres honrados y trabajadores la mayor suma de
garantías en el ejercicio de las actividades de la vida, y para reprimir y
castigar a los malos que la violen y destruyen el concierto armónico de la
sociedad, es su más alta obligación ser profundamente respetuoso a las
instituciones, rodear de toda clase de seguridades a los elementos sanos y
laboriosos, perseguir sin tregua a los transgresores del orden social, cuyos
asientos legales son las penitenciarias, tutelar la juventud, prohibiendo
enérgicamente a los menores de edad el uso de bebidas alcohólicas y su acceso a
casas de tolerancia, obligar a los vagos y mal entretenidos a trabajar, porque
la ociosidad es fuente de todos los delitos, hacer una buena organización,
porque de ella depende el feliz éxito, y administrar con pulcritud la renta
pública para invertirla de acuerdo con las necesidades más urgentes, que
actualmente son las vías de comunicación, que aproximan poblaciones diseminadas
en extensos territorios y dan fácil salida a los productos agrícolas, pecuarios
e industriales, constituyentes de la riqueza pública y privada y base de
prosperidad nacional.
Sin buena administración de
justicia no es posible la tranquilidad social, y nada significan los esfuerzos
del Poder Ejecutivo para mantener la paz pública, cuando los hogares permanecen
en constante sobresalto por los atentados de Jueces ineptos o venales contra la
libertad individual, la propiedad del ciudadano y los fueros de la vindicta
pública; por eso debe tenerse gran cuidado en la selección de hombres para
constituir los Tribunales, de modo que sólo ocupen esos puestos los de honor y
de reconocida competencia, que sean responsables de sus actuaciones ante la Ley
y la opinión pública, que deliberen y juzguen libremente sin intromisiones del
Ejecutivo y sin atender recomendaciones o influencias, que casi siempre van
encaminadas a la violación del Derecho y producen conflictos de diversos
órdenes y suprema trascendencia: debiendo tener igual cuidado en el
nombramiento de los Jefes Civiles, quienes por estar en inmediato contacto con
el pueblo deben ser personas intachables.
Son estas indicaciones
sinceras del Jefe y del amigo sugeridas por mis deseos de bienestar público y
de buen éxito en las labores oficiales emprendidas por usted, de ninguna manera
elementos dispersos de programas deslumbrantes que se perdieron siempre en el
laberinto de la garrulería oficial, y mucho menos anhelos vagos o propósitos
vanos de patriotismo fementido, porque, abundante en obras y parco en promesas,
mi palabra tiene en la conciencia pública el prestigio de la verdad.
Cordialmente lo saluda su
amigo,
J. V. Gómez
Documento original publicado en el periódico “El Nuevo Diario” en 1924.
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