miércoles, 16 de diciembre de 2015

A LA MEMORIA DEL GENERAL GÓMEZ


(24/07/1857 - 17/12/1935)


Escrito por: Rafael Ángel Arráiz

(Publicado en el diario “El Universal”, el 22 de Diciembre de 1938)

Impresionante multitud del pueblo presente durante el entierro del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela.

Caracas, 17 de diciembre de 1938. Hace hoy tres años que murió el General Gómez en su residencia campestre de Maracay.

Yo le ví morir. Estuve a su lado durante las horas de su altiva agonía; oí sus últimas palabras; contemplé las expresiones postreras de su rostro moribundo, que delataban la persistente tortura de crueles dolores, mientras contemplaba también intacta en la mesa de noche la ampolleta de sedol que se negó a poner; ví cuando al despedirse de la vida abrió los ojos para besar el Cristo de marfil que manos filiales habían colocado sobre sus labios; y, ya cadáver, besé su frente cayendo sobre ella las lágrimas de mi pena, y estreché entre las mías aquella mano varonil que durante veinte y siete años mantuvo en alto y con gloria y sin que sufriera nunca ni la afrenta de una amenaza, ni la vacilación de una incertidumbre, ni la perspectiva de un peligro, ni el sonrojo de una debilidad, la Bandera que cobijó la sombra augusta del Libertador.

Lleno de solicitud conmovida, presté mi concurso en los preparativos del entierro, que fue cesáreo; y ayudé a enjaezar para la ceremonia en la oficina de sus hijos, que me son tan queridos, aquel su predilecto caballo de fuego como su nombre: Fogonazo, en donde varias veces le vimos erguido pasando revista al Ejército en parada, unas en las llanuras maracayeras, otras en el Campo de Carabobo frente al soberbio Monumento que su devoción bolivariana levantó a la gloria de nuestro Gran Padre y Señor. Metí mi hombro bajo el féretro empenechado con la Bandera Nacional; y contemplé aquella manifestación silenciosa que lo condujo hasta el sepulcro, comparable tan solo en solemnidad a aquella otra manifestación estruendosa que pocos años antes le había tributado el pueblo de Caracas, cuando al juramentar su última Presidencia le condujo desde el Capitolio hasta Miraflores llevándolo casi a cuestas solitario en su carro descubierto de doce cilindros.

Testigo fuí de los acontecimientos de aquellos días. Testigo de las actitudes de sus hombres; de las lágrimas que cayeron sobre su yerto cuerpo; de los gritos escapados de pechos varoniles; de los húmedos ósculos que se estamparon sobre su frente; testigo de todo aquel dolor silencioso, respetuoso, solemne, que rodeó su sarcófago ante el cual se inclinaron espadas y charreteras, frentes y corazones. Y cuando le dejamos allí, al abrigo de las florestas risueñas de Aragua que el amó tanto o más que a sus nativas montañas andinas, legó a la nación el tesoro de ese brillante Ejército que constituye el orgullo primordial de la República, el sostén y seguridad de la patria, la perdurabilidad de las instituciones, del hogar, de la familia, de las tradiciones venezolanas, de la majestad de la Bandera que ampara el reposo de nuestros Héroes.

Ahora después de tres años al volver a la Patria, he recorrido todos aquellos sitios y las cosas grandes que dejó a su paso y que eternizan su memoria; así como las cosas humildes como su vida que le eran familiares, desde el retiro campesino que le prestó refugio hasta el lecho angosto y de hierro sin cortinajes donde rindió sin una queja su vida. Allí, en medio de las campiñas aragüeñas, fue donde con sus propias manos colgó de los cintos varoniles las espadas que hoy son el sustentáculo de la paz, y desde allí mantuvo siempre, como una advertencia, montada su guardia de leones en las patrias fronteras para asegurar la integridad nacional.

Y es también ahora, a los tres años de su muerte, que me toca a mí, a un hombre civil que le sirvió lealmente, responsablemente, y con un absoluto desinterés, dejar sobre su tumba estas frases de consecuencia a su memoria, en medio de la tempestad de ultrajes desatada contra ella y que es hija del contubernio abominable del despecho impotente de la demagogia destructora.

Largos años estuve al servicio del Gobierno que presidió el General Gómez en cargos de confianza y teniendo a veces en mis manos la autoridad ejecutiva. Jamás recibí de él la más pequeña insinuación que me obligara a saltar por sobre los límites de la equidad y de la corrección; antes por el contrario, y yo no tengo reparo en declararlo así, cuando me fue indispensable tal vez extralimitar la acción en defensa de los intereses públicos puestos bajo mi responsabilidad, tuve siempre necesidad, para no desmerecer en su confianza, de aclarar mis actitudes y de justificar mi conducta. Nunca le oímos sino recomendar a sus servidores el buen comportamiento; y no fueron pocos los amigos de su cariño, y hasta familiares muy queridos, a quienes relegó para siempre de su lado como consecuencia de injustificados procedimientos. Le serví en la más alta representación diplomática y estuve como Delegado del país en Conferencias Internacionales donde se ventilaron graves cuestiones que interesaban a la República. Y al recordar este honor, lo hago para afirmar que siempre junto a su memorándum de instrucciones, venía de parte de él este mensaje encendido como una antorcha de fiel nacionalismo: “Somos amigos de todos, pero más que amigos de Venezuela; y a la hora de defender los intereses de Venezuela, no somos amigos de nadie”.

Durante los largos años también viví a su lado sin dejar de verle y de oírle un solo día, durante varias veces. En esa permanencia a su lado tuve oportunidad de acumular un precioso material que anda por ahí casi organizado, con el cual espero contribuir en su hora al conocimiento de hechos y sucesos de nuestra historia política, acaso sensacionales. En esos trabajos figuran sus hombres y la colaboración que le prestaron; los proyectos que acarició y que en su mayor parte fracasaron por el estatismo y la inercia de algunos; sus anhelos por engrandecer el trabajo y la vida del campesino y sus necesidades, que siempre puso por encima de las del obrero; y hasta sus visiones atrevidas de renovación política hijas de su mirada de águila. Hasta hay en ese material cosas regocijadas que pertenecen al género chico, que de todo tuvo a su lado: desde el hombre de acción siempre listo para el sacrificio por la patria, hasta el tipo pintoresco que vivió arrimado a la sombra de su luz, y el consumado actor que supo representar su farsa y que nunca prestaron ni una idea, ni un esfuerzo, ni una iniciativa, a la obra del bien público. En medio de todos fue el único que siempre estuvo en su puesto sin desorbitarse un solo instante. En la hora risueña, como en las horas de tragedia, se encogía de hombros y con elegante desdén escuchaba la algarabía estruendosa de los farsantes. Tenía la conciencia de su destino; y siendo como era un hombre de extrema humildad, de una modestia insuperable que no alteraron nunca los halagos de la vanidad, para representar a la patria, a la Magistratura que ejercía, al poder público confiado a su pericia, invistió su figura de una majestad respetuosa, de una incontrastable autoridad, de un atributo de mando que no le abandonó ni cuando estaba tendido en su urna funeraria. Como Jefe de Estado, en toda su vida y en cualquier instante de ella, guardó la postura altiva de quien está oyendo el Himno Nacional o agitando en sus manos la Bandera de la Patria. Por eso nadie antes que él dió nunca el primer paso. En medio de los pro-hombres que le visitaban a menudo para rendirle pleitesía: Mariscales de Francia; Caudillos victoriosos que mandaron legiones en la Guerra Mundial; Jefes de Estado; Ases de la Aviación; políticos notables; Literatos de fama; hombres de ciencia; diplomáticos; mitrados; millonarios; grandes poetas; todo lo que es en fin orgullo y prez del mundo moderno que pasó por su lado, sintió enseguida el desconcierto de su personalidad extraordinaria ante la cual ninguna apareció nunca más alta. Hasta cuando llegó a su poder como una ofrenda la espada veterana de Tannenberg, la supo empuñar con su mano fuerte de venezolano auténtico.

Nunca le oí en los años que pasé a su lado pronunciar una palabra malsonante; ni nunca le ví humillar a nadie; ni hablar mal de nadie; ni tolerar que en su presencia se hablase mal de nadie; así fuese de sus más enconados enemigos, a quienes siempre consideró hombres resueltos. La disciplina de su vida fue perfecta, y se la infundió a todos: a sus hijos y a sus servidores, a jueces y soldados, a civiles y militares. Fue el primer gobernante que llevó a los más altos cargos de la milicia y de la magistratura a los hijos del pueblo que habían sabido iluminar su vida por el trabajo, por la eficacia, por la competencia y las virtudes. Hijo del pueblo como era, de genuina extracción popular, nacido en la montaña y desde niño en lucha perenne con la existencia hasta llegar a la cumbre donde llegó y poder “entrar a caballo en la historia”, su vida constituye la más alta expresión del triunfo del personal esfuerzo, el ejemplo más elocuente de hasta donde es capaz de llegar el hijo del pueblo venezolano cuando lo alientan y fortalecen las virtudes de la fe, de la constancia y del honor. No en balde, ni por obra de las casualidades, se manda veinte y siete años en un país como Venezuela, ni se gobierna con la autoridad con que supo hacerlo el General Juan Vicente Gómez, sin poseer un magnífico tesoro de extraordinarias dotes. Quienes tratan de empequeñecer su personalidad de venezolano, lo que hacen es reducirse ellos mismos al oscuro rincón de su propia insignificancia.

Esta pequeña página de recuerdo se la debía yo al General Gómez por un imperativo de gratitud, que es para mí la suprema moral humana. Fuera de la estimación con que me honró, del apoyo que le prestó como un lazarillo ideal a los primeros pasos de mi juventud, agrego para cerrar estas líneas, un desahogo de mis personales sentimientos que justifica la inquebrantable fidelidad de mi recuerdo. Y es el siguiente:

Estaba yo postrado en la Clínica de los Mayo esperando ser sometido a una operación considerada mortal. Advertido de este peligro por la voz de la sabiduría y de la ciencia para que tomase las providencias del caso desesperado, seguro de morir, puse entonces bajo el amparo de la piedad del General Gómez el único tesoro que he tenido en mi vida y que son mi noble compañera y mis hijos. La respuesta no tardó horas. “Opérese tranquilo, que en caso desgraciado yo velaré por su familia”.

Entonces, ante aquel despacho que me venía de la patria lejana envuelta en el vago perfume de la esperanza, me tendí tranquilo en la mesa de operaciones de la célebre Clínica que es un orgullo de la humanidad. Había desaparecido la preocupación torturante de mis pensamientos ante aquellas frases finales del cablegrama, cuyo valor yo conocía.

En efecto, no había realidad comparable a una promesa del General Gómez; ni nada más seguro que su palabra; ni nada más firme que su diestra tendida; ni nada más leal que sus brazos abiertos.

RAFAEL ÁNGEL ARRÁIZ

  El Arzobispo de Caracas, Monseñor Rincón González, acompaña el cortejo fúnebre con los restos del Presidente de la República de Venezuela, Benemérito General Juan Vicente Gómez, por las calles de Maracay junto con la multitud del pueblo.

El féretro del Presidente de la República de Venezuela, Benemérito General Juan Vicente Gómez, siendo conducido a hombros por las calles de Maracay. Sobrevuelan cuadrillas de la Aviación Militar Venezolana en homenaje a su Fundador ante la gran concurrencia del pueblo venezolano. Varias carrozas portan coronas fúnebres como expresión de admiración, cariño y recuerdo.

El Presidente de la República de Venezuela, Benemérito General Juan Vicente Gómez, recibiendo los máximos honores militares en el Panteón de la ciudad de Maracay en donde reposan sus restos.

Pueden ver los siguientes videos históricos:

Juan Vicente Gómez: Tiempo y figura.

Juan Vicente Gómez, recordado por su pueblo.

Juan Vicente Gómez: Semblanza histórica.

El Panteón del General Juan Vicente Gómez.


lunes, 14 de diciembre de 2015

EL HOMENAJE DE GÓMEZ A BOLĺVAR


La inédita carta del General Juan Vicente Gómez, ordenando cancelar toda la Deuda Externa de Venezuela como homenaje al Libertador Simón Bolívar en el Centenario de su muerte.

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Maracay, 22 de Mayo de 1930.
Señor Doctor Juan Bautista Pérez.
Presidente de la República.
Caracas.

Cuando el 19 de diciembre asumí la Primera Magistratura de Venezuela, sin que me envanecieran los halagos de aquella posición, vi con mis ojos y sentí con mi corazón de hombre acostumbrado a recibir las lecciones del trabajo, la necesidad de dedicar especial atención a dos problemas cuya resolución consideré de vital importancia para la marcha del país hacia un futuro de felicidad permanente y de positivo bienestar.

El uno de esos problemas era de carácter político: unir a los venezolanos sin distinción de partidos, en el seno del Gobierno y bajo la gloriosa de la enseña tricolor para trabajar juntos por el progreso de la Patria en que nacimos y en la cual se cifran nuestros mutuos anhelos y nuestras comunes esperanzas.

Se relacionaba el otro con el orden económico del país y con los serios compromisos que pesaban sobre el Erario; compromisos que consideraba agobiantes, dado los recursos con que entonces se contaba para atender a los diversos servicios de la administración pública.

Una labor constante y metódica me permitió realizar aquellos honrados propósitos, y de ello dan constancia la abrumadora elocuencia de los hechos cumplidos.

Los partidos políticos, sin renegar de sus doctrinas, dieron tregua a sus querellas en aras de la paz. Se extirparon los hábitos del politiqueo, las luchas anárquicas que envenenaban al ciudadano, el desorden establecido como sistema. La República cumplió sus obligaciones y levantó su crédito. La República siempre pagó con religiosa puntualidad, quedando reducida a Bs. 52.791.295,83 para el 1º de enero del presente año dividida así: por Deuda Interna Bs. 28.445.384,56; y por Deuda Externa, Bs. 24.345.911,27.

Tenía la Deuda Pública para mí, por sobre todas las consideraciones, el sagrado interés de sus orígenes, puesto que databa en sus comienzos de la guerra de emancipación. Errores, teorías inadaptables, cálculos ambiciosos y la sangría de las guerras civiles, la habían llevado para el 1º de enero de 1909, a la enorme suma de Bs. 210.307.281,68.

Cuando busqué en mí mismo el remedio para aquella situación de desorden y de anarquía, lo hallé en la conciencia del deber y en la obligación que tenemos todos los venezolanos de ser fieles a la obra de los Libertadores. Si ellos realizaron la independencia política - me dije entonces -, yo debo completar su obra, realizando la independencia económica, fundando la paz y organizando la hacienda pública, para hacer que el Crédito de la Nación se levante vigoroso del estado de abatimiento en que se halla.

La Providencia, que ha velado siempre porque mis designios se conviertan en realidad, puso en mis manos la autoridad necesaria, el afán tesonero y la exactitud de mis previsiones para poder realizar esa magna empresa de reconstrucción y patriotismo.

La Causa que dirijo se convirtió en causa nacional, compenetrándose con el adelanto de la República. En cada una de las grandes fechas que señalan el ciclo de la Epopeya Libertadora a través del Continente, pude presentar en paz a Venezuela, señalándose por nuevos avances en el camino de la civilización y del progreso; y pude anunciar a mis compatriotas que el crédito de la Nación se afirmaba sobre bases inconmovibles y que su Deuda disminuía gradualmente, en cifras considerables, si se tomaba en cuenta que nunca dejó de atenderse con largueza a los demás ramos de la administración, que en ningún caso se ocurrió al expediente de empréstitos nacionales ni extranjeros, y que siempre se ha conservado un excedente considerable en la Caja del Tesoro que hoy alcanza a más de cien millones de bolívares.

Hoy, cuando Venezuela toda y con ella la América y el Mundo, apréstanse a conmemorar como uno de los hechos más importantes de la Historia Universal el Centenario de la muerte de Bolívar, Libertador y Padre de la Patria, creo que la mejor ofrenda, la más grata y perdurable a su memoria sea la cancelación total de la Deuda Externa, suceso insólito por el que el país adquirirá nuevo lustre y decoro. Para tal efecto, me permito insinuar la idea de colocar en la Ley de Presupuesto que va a ser sancionada por el Congreso Nacional, la suma correspondiente al pago total de la Deuda Externa, que será alrededor de diecinueve millones de bolívares, a la cual quedará reducida al término del actual año económico.

La obra de Bolívar estará así completa, puesto que la Patria que él soñó libre, próspera y feliz, se alzará ante el mundo en el pleno goce no sólo de su soberanía política, sino también de su independencia económica por la redención de sus compromisos que asegura la integridad de su crédito. Con orgullo lo anuncio a mis compatriotas, y debo considerar este paso como la cumbre de mis afanes por la grandeza de mi Patria, de cuyos años entrañables he recibido las lecciones de energía y perseverancia con que me ha tocado en suerte realizar los anhelos del Libertador.

Juan Vicente Gómez
Cancelación de la "Deuda Exterior" de Venezuela 1930.

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Caracas, 22 de mayo de 1930.
Señor General Juan Vicente Gómez.
Comandante en Jefe del Ejército Nacional.
Maracay.

Tengo el gusto de referirme a su importantísima comunicación de esta misma fecha, por la cual se sirve Usted indicar, como una medida de patriotismo, la cancelación total de la Deuda Externa que pesa sobre Venezuela, en homenaje a la memoria del Libertador y Padre de la Patria en el primer centenario de su muerte.

Educado y formado Usted en el campo de trabajo, cuando la fuerza incontrastable de los sucesos y del destino lo lanzó al escenario de la vida pública y asumió la responsabilidad de la suerte y porvenir de Venezuela, buscó Usted en su experiencia y antecedentes individuales, motivos y orientaciones para las nuevas funciones que deberes superiores de aquella posición abrían a su actividad y energías. Sabía Usted que una sólida base económica comunica al hombre y a los pueblos, la respetabilidad, la autoridad moral y el poderío necesarios en todas las actividades de la vida personal y colectiva; y al contemplar el cuadro de aniquilamiento y postración en que yacía Venezuela agobiada por las luchas anárquicas de los partidos y bajo el peso de una Deuda de más de 210.000.000 de bolívares proveniente en parte de préstamos posteriores, acarició, en un sueño patriótico, la posibilidad de lograr la independencia económica de la Patria, que juzgó entonces y juzga ahora, fundamento, causa y condición de su independencia política efectiva.

Bajo la inspiración de este anhelo supremo y con la fe en la eficiencia de las causas justas que nunca lo ha abandonado, inició sus labores de organización política y administrativa, sencilla y natural, pero constante e intensa. Dentro de ella han transcurrido cerca de 22 años, durante los cuales Venezuela ha presenciado el desarrollo de ese proceso, gradual, evolutivo y ordenado, realizado por la Causa Rehabilitadora que Usted preside.

En la hora precisa en que se cierra la primera centuria de haber quedado Venezuela privada para siempre de la dirección de su inmortal fundador, y entregada, por suerte impía, al furor y saña de los partidos, puede Usted anunciar, que lo que fue un sueño en sus ideales y lucubraciones de patriota, es hoy hermosa y deslumbradora realidad, porque con el pago total de la enorme Deuda Externa que pesaba sobre la República, reducida hoy a la suma de diez y nueve millones de bolívares, queda consumada la redención económica de Venezuela, y afirmada y garantizada con ella la independencia política que nos legara el genio de nuestro Padre y Libertador a quién Usted consagra, y con Usted el pueblo de Venezuela, como la mejor ofrenda y homenaje en la ocasión solemne del Primer centenario de su muerte, este triunfo de la Patria, de la Causa y del trabajo.

En mensaje especial he presentado al Congreso Nacional, la brillante y patriótica iniciativa de Usted, y el Cuerpo Soberano de la Nación acogió con aplausos la bella idea para considerar su efectividad, incluyendo en la próxima Ley de Presupuesto la partida correspondiente a la cancelación total de la Deuda Externa.

Juan Bautista Pérez.

Pueden disfrutar los siguientes videos históricos:

 Juan Vicente Gómez cancela la Deuda en 1930.


 Juan Vicente Gómez y su gran importancia histórica.


 Juan Vicente Gómez y su fecunda labor administrativa.



jueves, 10 de diciembre de 2015

ANIVERSARIO DE LA AVIACIÓN VENEZOLANA


Extractos del libro: "Mis Apuntes sobre la Aviación Venezolana”, escrito por don Florencio Gómez Núñez, publicado en noviembre de 1970.

El Presidente de la República, Benemérito General Juan Vicente Gómez, Fundador de la Aviación Militar y Civil en Venezuela.


El General Juan Vicente Gómez, observa con satisfacción y orgullo los vuelos de sus “muchachos” como cariñosamente llamaba a los pilotos. Campo de Aviación de Maracay, 1930. 

RESEÑA HISTÓRICA DEL NACIMIENTO DE LA AVIACIÓN VENEZOLANA.
Estamos en el año de 1920. A comienzo del mes de Febrero, desembarca a en el puerto de La Guaira, el piloto aviador Cosme Rennella, de nacionalidad Italiana, con un avión francés, de caza, el Hanriot HD-l. Contratado por el empresario venezolano Eloy Pérez, para realizar unas demostraciones aéreas en Caracas.

El 27 de Febrero de 1920 realiza, despegando en el Hipódromo de El Paraíso, su primer vuelo, el 28 sale para Maracay y aterriza en un campo preparado, en el hipódromo frente al hangar donde está hoy el Museo Aeronáutico. Y sale el día 29 para San Juan de los Morros, donde pasaba unos días el Gral. Juan Vicente Gómez, Presidente de Venezuela y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. Rennella tenía especial interés de que el Gral. Gómez viera las maniobras que realizaba con su avión, las que verdaderamente ejecutaba en forma precisa y emocionante, pues era muy buen piloto. Al Gral. Gómez le causó una gran impresión y manifestó de inmediato por dicha arma; un gran interés, es bueno aclarar, que Rennella tuvo que permanecer en San Juan de los Morros, varios días debido a las lluvias copiosas que cayeron y que anegaron la sabana donde estaba su avión esperando, porque no podía levantar el vuelo. Y por lo tanto fue huésped del Gral. Gómez durante varios días, muchas veces tuvo largas conversaciones sobre aviación y de la actuación de él en la Primera Guerra Mundial. Cosme Rennella hablaba español afortunadamente.


El día 9 de Marzo, alza vuelo hacia Caracas (33 minutos). Tal fue la impresión que el General Juan Vicente Gómez sintió por esa arma que desde ese mismo momento expresó:

“Venezuela tiene que tener su aviación y será grande nuestro orgullo cuando veamos a los venezolanos realizar esas proezas”.

Tan pronto regresa a Maracay, el día 15 de Marzo le ordena al Dr. Victorino Márquez Bustillos encargado de la Presidencia, que de inmediato prepare el Decreto creando la Escuela de Aviación Militar de Venezuela, el cual se dicta y ejecuta el día 17 de Abril de 1920.

Inmediatamente después, se hace el pedido de un lote de aviones CAUDRON G-3 a Francia, que era el avión de Escuela y de muchos otros países; en el mismo momento se comienzan los trabajos para hacer el campo de aviación y sus hangares, en el sitio que hoy está funcionando el Museo Aeronáutico. Dos meses después de aparecido el Decreto, la fabrica CAUDRON entrega en París el 14 de Junio los primeros aviones G-3, para ser embarcados para Venezuela, el 21 de Junio es promulgada la ley de Aviación y su reglamento.

Los aviones llegan a La Guaira el 23 de Septiembre y de allí son trasladados a Maracay en ferrocarril. Junto con los aviones vinieron, el piloto de la Casa Caudron Robert Petit y los mecánicos Ludovic Rouget y Louis Rollin.

El Capitán Robert Petit realiza su primer vuelo de prueba el 30 de Octubre y así sigue poniendo el material a punto. El día 10 de Diciembre de 1920, se instala la Escuela de Aviación Militar de Venezuela. El 11 de Diciembre vuela Petit con el primer alumno venezolano Francisco Leonardi, dicho vuelo es realizado en presencia del Gral. Juan Vicente Gómez y su comitiva. El día 19 de Diciembre es la inauguración oficial de la Escuela que funcionaba en el hangar donde está el Museo Aeronáutico.

Entran los primeros alumnos del plantel: Juan Yepez, Antonio María Villegas, Francisco Leonardi, Ovidio Díaz Font, Julio Fortoul, Jesús María Paúl Vallenilla y los mecánicos: Amador Nieto, Alfredo García, Elías Sayago y Juan Lucero. Como Director de la Escuela fue designado el Coronel David López Henríquez, como ayudante el Capitán Alejandro Fernández Ortíz, médico el Dr. Octaviano Urdaneta Maya, practicante el Sub-Teniente (asimilado) Rafael Bellera Arocha y contador el Teniente José R. Bastardo García.

El 7 de Enero de 1921 llega la Misión Francesa que trae como Jefe al Capitán Jean Touissant Fieschi, Sub-Teniente Georges Alphonse Teppe, el Teniente de Navío Roberto Guerin y los mecánicos Sub-Teniente Fernando Cercean y Sub-Oficial Georges Leys, incorporándose aquí a la Misión el Capitán Roberto Petit.

En una casa situada en la Avenida Bolívar en el cruce con la calle 5 de Julio en su esquina Noroeste comienza a funcionar la sede de la Escuela, en cuyas aulas se imparte la instrucción teórica a los alumnos y pilotos.

En el primer curso del año 1921 ingresan como alumnos pilotos el Sub-Teniente Manuel Ríos, y los civiles Miguel Rodríguez, Vicente Landaeta y Prisco Heuer Lares, y como mecánicos José Segnini, Ernesto Salas, Eleazar Romero y Elías Vivas Moros.

Así pues, empieza la organización de ésta Escuela, que a través de los años con el esfuerzo y la abnegación de todos sus componentes, está hoy en un puesto de excelencia en el mundo de la aviación.

El primer vuelo solo de un venezolano en el cielo patrio, lo realizó el Sub-Teniente Manuel Ríos el 14 de Abril de 1921.

Telegrama del Ministerio de Guerra y Marina para el Gral. Juan Vicente Gómez, comunicando dicha hazaña:

TELEGRAMA
ESTADOS UNIDOS DE VENEZUELA.
MINISTERIO DE GUERRA Y MARINA.
DIRECCION DE GUERRA-TELEGRAMA N°1195,
CARACAS 15 DE ABRIL DE 1921.

Sr. Gral. Juan Vicente Gómez etc.,etc. Maracay:

El Director de la Escuela de Aviación participa haber hecho ayer, su primer vuelo solo el Sub-Teniente Manuel Ríos, alumno de dicha escuela, iniciando así felizmente la carrera del Pilotaje Aéreo Nacional. Al comunicar a usted tan grata noticia, me es altamente satisfactorio presentarle mis respetuosas y cordiales felicitaciones por este triunfo logrado por usted en rama de tan trascendental importancia para el País y el Ejército.
Dios y Federación.
C. Jiménez Rebolledo.
Ministro de Guerra y Marina.

Luego vuela ese mismo día Fortoul y Rodríguez, y más adelante le siguen los alumnos: Landaeta, Leonardi, Heuer Lares y Villegas.

El Gobierno Nacional prepara para el día 24 de Junio de 1921 una Gran Parada Militar en el Campo de Carabobo, en celebración de los 100 años de nuestra Independencia. El Gral. Gómez tiene especial interés de que la Aviación participe en esa Parada, para que fuese ese el día de la incorporación de la Aviación a nuestras fuerzas armadas. Tal cometido lo realiza el Teniente Roberto Guerin, quedando establecido ese día la unión de nuestras fuerzas, de aire, mar y tierra.

La Escuela sigue en progreso, la Misión Francesa cumple su contrato de dos años y regresa a su país. Se multiplican los accidentes y se va destruyendo totalmente el material de vuelo, lo que aprovechan los no adictos a la aviación para desacreditarla, a tal punto, que llegó a tambalear la existencia de la Escuela.

"La Chiva", fue un gran esfuerzo de los mecánicos: Nieto, Segnini y Salas, que con mi apoyo, dentro de los despojos lograron armar un Caudron G-3, el cual se ofreció para volarlo Miguel Rodríguez, vuelo que se realiza a mediados del año 1924, que por mi exigencia lo vio volar el Gral. Juan Vicente Gómez desde el camino que va a Las Delicias. Papá de nuevo se entusiasmó mucho y de inmediato ordena darle vida a la Escuela se compra nuevo material en Francia, aviones Caudron G-3. Contratándose de nuevo al instructor Roberto Guerin y como mecánico a Marcel Poussin. La Escuela ya vitalizada comienza a funcionar normalmente en 1925, ingresando para nuevos cursos muchos pilotos y mecánicos.

En 1926, el Gobierno Nacional inicia la construcción de campos de aviación en Calabozo, San Fernando de Apure, Barinas, Barquisimeto, San Carlos, Coro, Maracaibo, Encontrados, San Antonio del Táchira, Barcelona y Ciudad Bolívar. En ese mismo año se adquieren en Francia los aviones CAUDRON C-60.

En 1927, realiza el profesor Roberto Guerin en un CAUDRON G-3 vuelos inaugurales en los campos de Calabozo, San Fernando de Apure, Barinas, Acarigua, Barquisimeto y San Carlos de Cojedes; posteriormente esas mismas pistas son visitadas por una escuadrilla de aviones CAUDRON C-60, que salen de Maracay el día 30 de Abril de 1928.

Llegan los famosos pilotos franceses Costes y Le Brix aterrizando perfectamente en el campo de Maracay el día 17 de Enero de 1928 a las 4:30 de la tarde. El avión que los condujo a Maracay era un Breguet 19, identificado con los nombres de "Nungesser y Coli", dos mártires franceses de la aviación que desaparecieron tratando de cruzar el Atlántico Norte en viaje de París a New York, el 8 de mayo de 1927.

El héroe de la aviación Charles Lindbergh también nos visita con su famoso avión "Spirit of St. Louis" el día 29 de Enero de 1928. Llegó retardado aduciendo que se embelesó con el maravilloso paisaje de los llanos venezolanos. La verdad es que si llega quince minutos más tarde hubiese tenido que aterrizar completamente a oscuras porque dicho campo no tenía ninguna iluminación, lo que planteaba serios problemas ya que la visibilidad de su avión era muy poca hacia afuera. La muchedumbre emocionada corrió hacia el campo para ver de cerca al héroe y conquistador del Atlántico Norte, una vez que descendió del aparato. El General Gómez personalmente tuvo que intervenir para alejar a la gente agolpada en tomo al avión. El Gral. Gómez saluda cariñosamente a Lindbergh y regresa con él hasta los hangares.

El avión era el mismo "Spirit of St. Louis", en el cual había realizado el fantástico vuelo de New York a París, saliendo de Roosevelt Field N. Y., el 20 de mayo de 1927 y llegando a Le Bourget, París, 32 horas y media después, el 21 de mayo de 1927.

El gobierno nacional declara huésped de honor al coronel Lindbergh, es agasajado en varios actos y condecorado por el Gral. Juan Vicente Gómez con la Orden del Libertador.

A mediados del año 1928, adquiere Venezuela un grupo de aviones de bombardeo BREGUET 19, del mismo tipo que trajo Costes y Le Brix, y los aviones de Escuela MORANE-SAULNIER 147 y 230.

En 1929 se compran los aviones de transporte FARMAN 190. En estos aviones se inició el primer correo aéreo nacional entre las ciudades de Maracay, Coro, Maracaibo, Barquisimeto, Barinas, San Fernando de Apure, Calabozo y Ciudad Bolívar. Ese mismo año, se compra en Alemania el Hidroavión JUNKER W-34, equipado con el más moderno equipo fotográfico existente para la época, destinado para el estudio de nuestras fronteras, estableciéndose el Servicio de Cartografía Nacional.

En este mismo Hidroavión JUNKER se realizó el primer vuelo fuera de nuestras fronteras, realizado por el piloto Teniente de Navío Luis Medina Jaime, en vuelo a la ciudad de Santa Marta (Colombia) el día 17 de Diciembre de 1930, llevando la representación de Venezuela para los actos conmemorativos del centenario de la muerte de nuestro Padre de la Patria, el Libertador Simón Bolívar, en la Quinta San Pedro Alejandrino. Dicha misión estaba integrada por los doctores José Gil Fortoul y Guillermo Tell Villegas Pulido.

En el mes de Julio de 1929, se realizó el primer vuelo nocturno en Maracay, en un BREGUET 19, piloteado por el Capitán Gastón Lafannechere.

La primera misión de guerra de nuestra aviación militar fue realizada por tres aviones BREGUET 19, comandados por los pilotos: Gastón Lafannechere, Manuel Ríos y Vicente Landaeta, efectuado el día 12 de Agosto de 1929, a la ciudad de Cumaná, con motivo de la invasión del “Falke”. El 25 de septiembre de 1929, Venezuela es incluida en las rutas comerciales de la Pan American y nos visita Charles Lindbergh, por segunda vez, como su representante en un avión SIKORSKY S-38.

El 15 de Octubre de 1929, realiza una escuadrilla de tres aviones BREGUET 19, un vuelo sobre Los Andes dando la escuadrilla tres vueltas sobre el Pico Bolívar, a una altura aproximada de 6 mil metros, dicho vuelo tuvo un recorrido de 1.600 kilómetros sin escala, partiendo de Maracay en 9 horas y media: los pilotos fueron: Gastón Lafannechere, Manuel Ríos, Vicente Landaeta y Antonio María Villegas.

A mediados de 1930, se instala en los hangares de Maracay la Escuela de Radiotelegrafía.

Ese mismo año, se crea la primera unidad de combate denominada "GRUPO VENEZUELA" y se termina de construir la pista del campo de Boca del Río.

Para los actos del Centenario de la muerte del Libertador, nos visita el famoso piloto colombiano Benjamín Méndez en su avión Curtis de nombre “Ricaurte”, el 17 de diciembre de 1930.

En el año 1931, se adquieren los aviones CURTIS – HOSPRIT (norteamericanos).

A comienzos de 1933 la Compagnie Generale Aeropostale Francesa que venía operando en el país desde finales de 1929, trajo un avión de marca POTEZ, de 8 plazas piloteado por el piloto francés Curi, para estudiar las posibles rutas en Venezuela.

La Compagnie Generale Aeropostale Francesa, tras cuatro años operando en el país, sufrió un déficit difícil de encarar y solicitó ayuda del gobierno mediante un subsidio mensual de unos 30.000 bolívares para cubrir sus pérdidas. De lo contrario, la empresa se vería en la necesidad de abandonar el país. Ante este dilema, yo Florencio Gómez Núñez, afirmando la vieja idea concebida en favor de la incorporación a Venezuela de su propia empresa de aviación comercial, en lugar de socorrer a una firma extranjera, con todos los recaudos en la mano, hablé con mi padre el Gral. Juan Vicente Gómez para adquirirla, quien se mostró desde el primer momento entusiasmado y dijo: "Me parece muy buena esa idea tuya, siempre he creído que Venezuela debe tener su propia línea aérea para que una a todos los pueblos..."

Así en la primera ocasión le hice saber a Vachet, representante de la Compañía Aeropostale Francesa, que si ellos persistían en eliminar a Venezuela en sus operaciones, quizá podía ser yo un probable comprador de la empresa. La Gerencia en París aprobó días después la negociación y estableció entre las condiciones la de que no intervenga en la misma el gobierno venezolano, pues la compañía francesa estaba disgustada con el Ejecutivo por su negativa a darle la subvención solicitada. Al parecer, la aspiración de que el Estado venezolano tuviese en esta ocasión su línea propia se desvanecía; sin embargo me las ingenié para introducir una cláusula en la opción de compra obtenida de esa compañía con fecha, 25 de octubre de 1933 que habría indirectamente las puertas de la negociación pública. En efecto, el documento en su cláusula novena rezaba: "Esta opción podrá ser cedida o traspasada por el señor Florencio Gómez, en todo caso la Compañía Generale Aeropostale se obliga hacer el traspaso de su activo durante la opción, a la persona o compañía que el referido señor Gómez indique..."

De esta manera el gobierno venezolano adquirió indirectamente y mediante el traspaso que yo le hice, todas las pertenencias de la compañía desde las unidades de vuelo hasta las oficinas y derechos según inventario suscrito por Vachet y por mí.

Finalmente, el 1 de enero de 1934, se legalizó la negociación de comprar por parte del gobierno de Venezuela todos los haberes de la compañía Generale Aeropostale Francesa y de inmediato a esa entidad comercial se le dio el nombre de Línea Aeropostal Venezolana, naciendo así nuestra primera Línea Aérea Comercial.

Don Florencio Gómez Núñez, pionero y gran impulsor de la Aviación Venezolana, presente en el Panteón de su padre en uno de los homenajes de la Fuerza Aérea Venezolana a su Fundador. Maracay, año 1993. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez)

En el año 1933 se compran los aviones de transporte LATECOERE 281 y los BREGUET 227.

En el año 1934, se envía la primera misión aérea a Francia, integrada por el Capitán Alcides Quintero, Tenientes Jesús Enrique Zafrané y Guillermo Pacanins.

El 15 de julio de 1935, nos visita el famoso piloto español Juan Ignacio Pombo en su avión “Santander”. Ese mismo año, se adquieren tres aviones de caza DEWOITINE tres anfibios LIORE ET OLIVIER (LEO-H23-2). Este material fue recibido en Francia por la misión venezolana.

Los principales hechos históricos y acontecimientos más importantes de nuestra gloriosa aviación aquí narrados, forman parte de mi alma y corazón, porque fui un testigo de excepción en el nacimiento y desarrollo de nuestra aviación militar. Por mi decidido afecto por esta arma, mi padre, el General en Jefe Juan Vicente Gómez en 1928, le ordenó al Ministro de Guerra y Marina que todo lo que se relacionara con la aviación se me participara y consultara. Esta decisión de mi padre me llenó de una enorme satisfacción y orgullo, por la confianza depositada en mí, pues tenía la seguridad de que sería un fiel ejecutor de sus deseos en el progreso y engrandecimiento de nuestra aviación militar.

FLORENCIO GÓMEZ NÚÑEZ
Extractos del libro: "Mis Apuntes sobre la Aviación Venezolana”
(Noviembre de 1970, Caracas-Venezuela)


Pueden disfrutar una serie de videos históricos sobre los inicios de la Aviación Venezolana, fundada el 10 de diciembre de 1920, por el Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela: 


Historia de la Aviación Venezolana. (Parte 1).


Historia de la Aviación Venezolana. (Parte 2).


Historia de la Aviación Venezolana. (Parte 3).


Se inaugura la Escuela de Aviación Militar Venezolana.


Recuerdo histórico de los inicios de nuestra Aviación.


Reportaje sobre la Fundación y desarrollo de la Aviación Venezolana.