Por:
María Elisa Espinosa y María de los Ángeles Herrera.
TODO
TIEMPO PASADO FUE MEJOR
"Eso
era bellísimo, con muy buen gusto, mucho color y bastante orden. Nadie hace hoy
unas fiestas como aquellas".
Cristina Gómez de Martínez
Si algo se evidencia al
revisar las páginas que narran las glorias de nuestros carnavales, es ese
sentimiento de nostalgia por tiempos que no volverán.
En un Maracay tan distinto
al de antaño, Cristina Gómez apunta hoy la mirada hacia los carnavales de una
juventud disfrutada con jerarquía presidencial, siendo una de las hijas de Juan
Vicente Gómez. Según cuenta su hija
Cristina, el Benemérito disfrutaba mucho los carnavales en Maracay.
Pueden ver el video de los muy alegres, concurridos y esplendorosos carnavales durante el gobierno del Gral. Juan Vicente Gómez.
Corría el año 1933, y lo
recuerda con una precisión y lucidez que se pensaría imposible, ella es ejemplo
vivo de que sí se puede, en alguien con nueve décadas de edad cumplidas. Para
entonces, justo antes de casarse, sus inquietudes se parecían mucho a las del
resto de las damitas de la ciudad.
Recordaba con nostalgia doña
Cristina: "Entre ellas las Nouel,
las Arráiz, las Uribe... todas juntas compartíamos carrozas. Eso era bellísimo,
con muy buen gusto, mucho color y bastante orden. Nadie hace hoy unas fiestas como aquellas.
Recorríamos
las principales avenidas de Maracay, pero papá siempre nos mandaba a pasar
también por las partes bajas, donde estaba la gente pobre, para que así les
lanzáramos a los muchachitos un montón de caramelos. De allí seguíamos a la
plaza Bolívar, y en la noche tocaban los bailes en el hotel Jardín, donde está
la Casa de Gobierno ahora. Para allá íbamos vestidas de gala siempre, pero la
última noche tocaba con disfraces. Recuerdo muy bien uno de española que era
una belleza. Estos disfraces nos los hacía Rebeca Lemus en Caracas y los
llevaba a Maracay cuando estaban listos. Nos venía a medir a todas. Ella era
muy de la casa.
A
papá, siempre le fascinaban los carnavales. Se paraba en el balcón para ver pasar
a todo el mundo, lo que hacía era reírse y aplaudir. Mamá no se disfrazaba, las
señoras nunca lo hacían. En mi caso, me disfracé siempre hasta que me casé.
Tenía dos trajes de española, otro de los que llaman de fantasía y no sé
cuántos más. Pero todos me los robaron luego de que papá murió, en diciembre de
1935".
(Extracto
tomado de la revista "Estampas". Diario "El Universal", el
26 de febrero de 2006).
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